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Skyler

Me vestí con mi ropa al terminar la clase de educación física.

Podría decirse que la mañana fue tranquila, que no me dejaron mucha tarea para hacer, pero eso no cambiaba el hecho de que se sentía horrible tener a Jason, mi mejor amigo, tan cerca de mí y no poder acercarme a él a hablarle o caminar a su lado por los pasillos del instituto, como antes hacíamos. Era duro porque compartíamos varias clases juntos, y en todas ellas lo miraba de reojo, pensando alguna excusa para hablarle. Los días anteriores me comporté como una pesada, lo llamé una vez cada noche, esperando hablar con él, pero nunca me contestaba las llamadas. Hasta la última, la de anoche: respondió y me pidió por favor que me detuviera y no volviera a molestarlo en la vida. Le pedí una disculpa por las molestias, por las llamadas, y me despedí recordándole que lo quería. Opté por respetar su decisión por más que me doliera mucho, porque no podía seguir detrás de él de esta manera, acosándolo todo el tiempo. Tal vez, Jason realmente ya no quería ser más mi amigo, así que tenía que ir haciéndome a la idea y respetar su espacio.

Lo que había notado los últimos días fue el acercamiento de Jason con Mason y Nix, la chica que le gustaba. Al parecer, los dos tenían algo, pues ambos, a veces, iban de la mano. Jason no parecía estar triste, parecía feliz, y me alegraba y esperaba que así fuera. Quizá el proceso de adaptación para él no fue tan duro como creíamos, así que era una razón para que me pusiera muy contenta por él. Le deseaba lo mejor. Terminé confirmando la nueva relación de Jason cuando los vi besándose en las escaleras. Subí los escalones con prisa, sin querer arruinar su burbuja de amor.

La siguiente clase que tocaba era historia, y también me tocaba con Jason. Era una materia demasiado densa, sobre todo porque se acercaban más exámenes. La escuela estaba tragándome. Cuando el timbre tocó anunciando la salida, me levanté de mi asiento y guardé mis cosas, queriendo huir a mi casa. Justo cuando estoy por cruzar la puerta del salón, Jason también tiene intenciones de hacerlo; ambos nos detuvimos e intercambiamos miradas un segundo, creando tensión en el ambiente. Aparté los ojos de él, pero noté que Jason seguía mirándome.

—Pasa tú primero —me dirigió la palabra.

Lo miré, sorprendida porque me hablara, y asentí.

—Gracias —respondí. Sostuve mi bolso con fuerza y caminé tensa por los pasillos.

Una voz me detuvo y sentí un ápice de esperanza de que fuese Jason quien estuviese llamándome, pero inmediatamente me di cuenta de que su voz no era tan gruesa. Miré detrás de mí y vi que Mason trotaba hacia mí.

—Hola —respondí, algo triste.

—Hola. Te ves mal —me hizo saber. Bueno, la verdad, no era una novedad.

—Gracias.

—Venía a preguntarte cómo estabas, pero veo que nada bien.

—¿Por qué lo dices? —sonreí, fingiendo que todo estaba bien.

—Porque parece que tienes ganas de llorar. Tus ojos están aguados.

¿Sí? Pues no me había dado cuenta.

—¿Es por lo que pasa entre tú y Jason? Te he visto cómo lo miras en las clases, te lo comes con la mirada.

—¿Sabes por qué estamos peleados? —elevé las cejas, esperando una respuesta.

Negó con la cabeza.

—No, él solo mencionó que ustedes ya no se hablan.

—Sí, es cierto eso. ¿Sabes si está bien? Le preguntaría yo misma, pero él no quiere verme ni en figurita.

Atracción destructiva +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora