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Editado.

Skyler

Terminaba de copiar la explicación de la pizarra cuando sentí que mi poco amigable compañero de banco me miraba. Sus ojos quemaban el costado izquierdo de mi cara. Intentaba hacer como si no me daba cuenta, como si estuviese concentrada en lo que hacía, pero era incómodo. También quería mirarlo, pero no estaba realmente segura de si esa sería una buena idea o si no.

—¿Estás nerviosa? —susurró cerca de mi oído y yo sentí que un escalofrío me recorría todo el cuerpo.

Ahí sí lo miré.

Mis sospechas fueron acertadas, claramente él se me había quedado mirando.

Mi mirada se clavó en la suya y puse toda mi concentración en el color de sus ojos. Qué bonito azul oscuro tenía. Me parecían los ojos más lindos que había visto en alguien, o tal vez no lo más lindos, pero sí los más profundos. Le quedaba demasiado bien dada a la personalidad oscura que tenía, como que iban con él. Estaba tan bueno que, parte mí, quería besarle. Y eso era raro en mí. No solía sentir mucha atracción las primeras veces que veía a un muchacho, pero con Chase parecía ser distinto. No sé qué me gustaba más; si sus labios color rosa pálido o si su sombría mirada.

—¿Qué? —pregunté, haciendo como si no le hubiese escuchado.

—¿Estás nerviosa? —volvió a formular.

—¿Debería estarlo?

—No respondas una pregunta con otra.

—No, no estoy nerviosa —mentí. Claro que sí lo estaba. Y más en ese momento.

Me estaba hablando bastante bien a pesar de que quiso que me sentara en otra parte. Pero su voz, además de reflejar una total tranquilidad, reflejaba presunción. Y yo detestaba que los chicos se comportaran de esa manera. En realidad, mi disgusto iba con todas las personas que así fueran.

—¿Segura? Tu corazón late con irregularidad y hueles a nerviosismo —dijo.

¿Eh?

Elevé las cejas mientras lo miraba.

—¿Qué? ¿De qué hablas? ¿Cómo puedes escuchar mis latidos y oler el nerviosismo? —pregunté, extrañada—. ¿Qué te crees que eres? ¿Un hombre lobo? —Rodé los ojos. ¿Cómo hacía para darse cuenta de mis estados emocionales? Porque vamos a sinceros, Chase provocaba que me sintiera muy presionada con su vista puesta en mí. En sí, su presencia me ponía de lo más incómoda y me hubiera encantado sentarme con Jason en vez de con Chase. Al menos Jason era simpático, nada comparado con el hermano de White.

—No. Qué tonterías dices —respondió, y me sentí una estúpida. Preguntarle si se creía un hombre lobo fue demasiado bobo—. ¿Te pongo nerviosa?

—No —respondí con toda la firmeza que pude encontrar. Aunque eso no significaba que hubiera tenido éxito. Creo que no quedaba ni una pizca de firmeza en mi voz. ¿Qué me estaba pasando? ¿Por qué me estaba sintiendo así?

Él tenía un comportamiento de idiota de primera y yo no podía rebajarme a sentirme chiquita a su lado. Tenía que alejar todo ese nerviosismo que Chase me provocaba. Su presencia me dejaba pensativa porque tenía esa cosa rara que no sabía explicar, que me atraía, pero a la vez me molestaba e incomodaba. ¿Cómo eso podía tener sentido alguno para alguien? Ni siquiera para mí lo tenía.

Dejé de verlo para copiar lo que el profesor empezaba a escribir, y al fin pude liberarme de sus ojos. Voy a admitirlo, a veces lo miraba de reojo para fijarme qué hacía, y me encontraba con su plena concentración en escribir en su linda y, al parecer, cara libreta. Hice hincapié en su letra.

Atracción destructiva +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora