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Editado. 

Skyler

Tenía a Chase muy cerca de mi boca y mentiría si dijera que no quería besarlo en ese momento. Estaba segura de que mis ojos reflejaban deseo, y aunque no quería que él se diera cuenta, no me tomé la molestia de ocultarlo.

Ese perfume que me atraía tanto no estaba en su cuerpo hoy, este era distinto, más dulce, más atractivo.

Joder, ese chico me quería matar.

Literal y metafóricamente.

Sus ojos me recorrían, también con deseo, pero no sabía si era por comerme o por besarme. Me sentía acorralada, pues lo estaba, y en otra ocasión esto podría haberme parecido sexy. En cambio, esta vez, la cosa estaba complicada. Mi vida podía estar corriendo peligro y yo como una estúpida pensaba cuánto quería que el mismísimo asesino de brujas me besara sin parar.

Estaba loca, y si Jason, Ryan o Luke estuvieses aquí, Chase podría ser hombre muerto. Nunca vi a mis hermanos hacer magia, pero después de lo que Jason había hecho en la fiesta de los White me podía dar una idea.

La postura de Chase seguía siendo demandante, autoritaria, aunque no tan dura, como si quisiese que le tuviera miedo, pero a la vez no. Apostada que él quería asustarme para que no intentara irme, pero me había empujado levemente hacia la pared. Su mirada se volvió seria y ya no me recorrió más, se detuvo en mis ojos. Cuando corrió un mechón de pelo detrás de mi oreja, mi corazón se aceleró aún más. Llevó el resto de mi cabello detrás de mi espalda y noté cómo observó mi cuello.

Mierda.

¡Me iba a comer!

Sentía el corazón en mis oídos, estaba asustada y en lo único que ahora pensaba era en correr. Correr lejos e intentar encontrar a mi hermano para irnos a casa. Se oía el barullo de los alumnos hablando en los pasillos, todos a salvo y sin una idea de lo que en uno de los salones de clases iba a ocurrir. Un asesinato a manos de Chase White, un vampiro bipolar.

Se relamió los labios y entonces lo empujé, lo empujé para salir corriendo de allí. Pero fue en vano. Me empujó nuevamente contra la pared y me retuvo los brazos con sus fuertes manos. Los pegó a la pared y me dirigió una mirada que daba miedo.

Yo pensaba en besarnos y él solo se imaginaba bebiéndome la sangre.

Mi cuerpo temblaba. Nuestro contacto de piel con piel se lo demostraba y eso me hacía sentir débil, más de lo que era. Deseaba tener magia para decir algunas palabras y hacerlo volar hacia atrás, lejos de mí. Pero no. Era una simple mundana atrapada en un mundo sobrenatural.

Solté un suspiro y él sonrió.

Más perdida no me podía sentir.

Quería gritar, pero ni siquiera me salían las fuerzas. Quería insultarlo, al menos en un susurro, pero las palabras parecían haberse quedado estancadas en la mitad de mi garganta. Mis ojos empezaron a humedecerse, lo que significaba que Chase volvería a verme llorar. Estaba en una situación similar a la del otro día en el armario del conserje.

Volvió a relamerse los labios y entonces acercó su rostro a mi cuello. Parecía ir todo en cámara lenta, me daba terror pensar que mi muerte sería lenta y que pasaría cada segundo sufriendo hasta ya no tener el aliento suficiente y la fuerza para mantener los ojos abiertos y seguir viva.

Solté un gemido involuntario e hice fuerza hacia delante para irme, pero era muy inútil por cómo él me tenía.

Su pelo rozó mi cuello y sentí su aliento caliente en mi piel. Preparada para un mordisco, la primera lágrima se escapó cuando cerré los ojos con fuerza e hice una mueca de disgusto.

Atracción destructiva +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora