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Chase

—¿Están seguros de que no quieren venir con nosotros? —preguntó Caleb, acercándose a Sam y a mí.

—No, estamos bien -respondí con sequedad, pensando en lo que Jane me había contado acerca de Caleb.

—Quiero que se cuiden mucho, la abominación en muy peligrosa, así que si tienen algún dato acerca de esa aberración, saben qué hacer —su rostro parecía reflejar preocupación. Pero Caleb no se preocupaba por nosotros. O sé que, al menos por mí, no lo hacía.

Caleb siempre fue un hijo de puta, pero que fuera él quien pidió matarme con magia negra, fue caer demasiado bajo. Nadie de mi familia sabía sobre la información que me habían adjudicado, y tampoco abriría la boca para decir algo al respecto, pero únicamente porque quería largarme ya mismo de ese pueblo de mierda. Si iniciaba una discusión ahora, el viaje se vería retrasado.

—Lo haremos, papá, gracias —Sam le dio un abrazo.

Si supiera lo que él hizo... Ninguno de sus hijos se lo perdonarían.

Caleb para mí ahora solo era una basura, un tipo desalmado y traicionero. Yo podía ser miles de cosas malas, pero con mi familia jamás me metería, jamás los traicionaría. Él era un hipócrita, se la pasaba hablándonos de la lealtad, de la unión, de la familia que debíamos ser a pesar de las circunstancias, y fue él quien mandó a que me hicieran magia negra para asesinarme. Por culpa de él volví a ir al infierno y salí de allí con una fuerte depresión. Era un asco.

Y ni hablar de que casi me quemo vivo... Si no fuese por Skyler, mi cuerpo se habría calcinado.

—¿Ya se van, chicos? —Madeline apareció en la sala.

Ella me daba pena. Maddie era una mujer grandiosa, con un corazón puro a pesar de ser un vampiro, y tenía que estar al lado de ese imbécil. Madeline me amaba como si yo fuera su hijo de sangre, era una excelente persona conmigo y su preocupación por mí era verdadera. Si yo llegaba a soltar la lengua y apuntaba contra Caleb, a él se le caía la máscara que tapaba su verdadera cara. Ese hombre no tenía lealtad alguna.

—Sí, mamá —respondí, regalándole una sonrisa y caminando hacia ella para darle un abrazo fuerte.

Me recibió con entusiasmo.

—Vaya, esto no pasa muy seguido —se rio.

—¿El qué? —pregunté sonriendo.

—El que me des un abrazo. Me gusta que me abraces.

Tenía razón, esto no era muy propio de mí.

—Te prometo que si salimos vivos de esto, empezaré a darte muchos abrazos —aseguré.

Se rio.

—Te tomo la palabra. Has cambiado mucho, Chase, ¿te diste cuenta?

—¿Yo? —respondí incrédulo.

Asintió.

—Se ve que Skyler te ha ablandado un poco, ¿eh?

Me reí.

—Ya quisieras.

—Oh, vamos, se te nota que el amor te ha pegado.

—No, eso no es verdad —me defendí.

—Es asqueroso, pero sí es verdad —se metió Sam, yendo en mi contra. Metió el cargador de su computadora en su maleta y la cerró.

Rodé los ojos.

—¿Lo ves? Tu hermano mayor piensa lo mismo que yo —Madeline sonrió con autosuficiencia.

—¿Y hasta cuándo crees que va a durarte toda esa burbuja de amor, Chase?

Atracción destructiva +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora