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Editado. 

Skyler

Caminé hasta mi casa con vergüenza y un deseo latente que no podía parar.

Justo cuando entré a la casa, antes de cerrar la puerta, vi el Audi de Chase pasar y automáticamente mis mejillas se tornaron de un rojo intenso. Cuando lo perdí de vista, cerré la entrada con llave.

—¿Hola? —Miré hacia todos lados con miedo de que alguien se diera cuenta de lo que había pasado. Era mucho más probable que no, pero me sentía vigilada después del beso con Chase.

Nos habíamos besado. Chase y yo.

¿Quién lo diría? El chico grosero y la chica curiosa que no se soportaban.

No estaba segura de si ahora nos soportábamos, pero estaba claro que ese beso modificó algunas cosas respecto a nuestra relación, o por lo menos para mí así era. No sabía qué pasaría de ahora en adelante, las cosas con Chase eran bastante inciertas y me daba miedo que estuviera jugando conmigo como la otra vez. No quería ser humillada por él, eso no podía pasar o sino me odiaría a mí misma por dejarme besar por esa guapura con patas.

No paraba de preguntarme qué era lo que él había sentido. Esperaba que lo mismo que yo. Algo por lo menos sé que llegó a sentir, porque de lo contrario no se habría formado un bulto debajo de su pantalón, pero eso era algo carnal, y yo quería algo sentimental. Si otra cosa no quería, es solo ser un buen momento para él y luego terminar en el descarte. Era estúpido querer que alguien como Chase se fijara en mí más profundamente, sabiendo el comportamiento que él solía tener.

De solo recordar lo que hicimos mis mejillas se coloreaban un poco. Quería que el beso se repitiese en algún otro momento.

—Hola —saludó Luke, bajando de las escaleras y con el pijama aún puesto.

Inmediatamente me puse nerviosa. Mis ojos reflejaban que era culpable.

Sonreí inquieta y mis dedos empezaron a jugar entre ellos.

—¡Hola, Luke! —dije con una energía tan falsa, y por consiguiente, Luke frunció las cejas, adormecido.

—¿De dónde vienes?

«Salí a caminar, me perdí, me encontré con la casa de los White y me subí al auto de Chase. Ah, y luego dejé que me metiera lengua.»

—De por ahí —respondí.

—¿De por ahí? ¿Qué hacías afuera sola? Sabes que si no conoces bien el lugar no puedes andar sola o te puedes perder.

—Lo sé, pero estoy aquí, ¿no? —dije y me fui a la cocina con una sed tremenda. Los nervios secaron mi garganta. Chase ya no se encontraba conmigo, pero aún sentía los nervios, como si su mirada siguiese puesta en mí.

Si antes tenía algunos escrúpulos sobre lo que sentía por Chase, ahora ya todo estaba clarísimo. Gustaba de Chase. Su boca me dio la respuesta necesaria.

Me serví jugo y Luke y Ryan entraron en la concina, provocándome tensión. Saludé a mi otro hermano. Rapidito salí de la cocina y me fui directito a mi habitación. Si me veían rara iban a querer interrogarme y por cómo me encontraba por lo que ocurrió con Chase, era mejor que no estuviera cerca de mis hermanos, al menos por un rato.

Enterarse que me perdí implicaría un reto; enterase que me subí al auto de quien me lastimó sería un asesinato; enterase de que me besé con Chase sería un entierro.

Más tarde, a la noche, después de la cena en la cual no comí casi nada de los nervios, les dije a todos que estaba muy cansada y que me iría a dormir temprano después de ducharme. Cuando ya estuve envuelta en una toalla, cerré mi diminuta habitación con llave y rebusqué entre mi ropa algo bonito para ponerme. A medida que lo hacía, mi desesperación iba en aumento. No sabía qué ponerme porque prácticamente no tenía nada bonito para vestirme.

Atracción destructiva +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora