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Quiero que en este capítulo, hasta las lectoras fantasma comenten.

Skyler

Oí un ruido proveniente de mi ventana y me levanté de la cama para ver de qué se trataba. Justo en ese momento, Sam se metió nuevamente en mi cuarto y cerró la ventana para que la lluvia y el viento frío no entrasen en mi habitación.

—¿Qué pasa? —le pregunté, echándole una mirada completa. Estaba empapado y con el pelo algo revuelto—. ¿Qué estás haciendo aquí? Creí que te ibas a ir a tu casa.

—Fui, pero quise regresar aquí contigo —me respondió, poniendo esa mirada que llegaba a penetrar profundamente mis ojos. Tenía algo extraño en su mirada.

—¿A esta hora?

—¿Tiene algo de malo?

—Sí, tengo que dormir, es tarde, Sam, y estoy cansada, por si no lo notaste. ¿Por qué volviste?

—Tenía ganas de verte.

Lo observé como si estuviera loco. ¿Estaba diciéndolo de la manera que yo creía?

—Eh... ¿bueno? —solo pude decir. Sam dio un paso hacia mí y yo retrocedí. Él se dio cuenta de ello y me sonrió levemente, de forma seductora. Sam sabía que me ponía nerviosa ante su presencia y parecía encantarle.

Volvió a dar otro paso. Estaba haciéndolo apropósito.

—¿Tienes una toalla? Estoy empapado.

—Sí, espérame aquí. Pero tienes que saber que te debes ir. No puedes estar en mi cuarto.

—Chase venía aquí durante la noche y no le decías nada. Dejabas que se quedara.

—¿Y eso a qué viene? —fruncí las cejas con una sonrisa—. Chase era mi novio.

—No, tú lo dejabas venir aquí antes de que fuesen novios. ¿Crees que soy tonto? —volvió a dar un paso más hacia mí. También retrocedí.

De repente miraba a Sam con otra mirada. Sus pequeñas acciones como removerse el pelo, sonreírme levemente y mirarme con seriedad y picardía me provocaban otro tipo de cosquillas. Mi apetito sexual se estaba encendiendo y no entendía bien por qué, pero el calor creciente en la habitación hacían que no le diera la suficiente atención a esa pregunta. Retrocedí una vez más mientras él me observaba divertido. Temía que Sam descubriera esos sentimientos si seguía viéndolo tan fijo. Pero claro que este apetito sexual que estaba experimentando en este momento era algo momentáneo, y la razón es que echaba de menos el sexo. Joder... ¿por qué carajos estaba diciendo que extrañaba el sexo y relacionaba eso con solo ver a Sam?

—Te traeré una toalla, me dirás qué quieres, y te irás —le dije—. ¿Viniste en tu auto? —pregunté, yéndome hasta mi diminuto baño.

—No. Caminé.

—¿Caminaste? —levanté la voz un poco—. ¿Con esta lluvia? —Abrí las puertas del pequeño mueble de la pileta y tomé la única toalla que había.

—Me gusta caminar bajo la lluvia.

Interesante.

Caminé de regreso a la habitación y contuve la respiración cuando me encontré a Sam sin su remera puesta. Al parecer Sam había encendido mi lamparita de noche y gracias a eso (o por desgracia) ahora podía ver el sexy cuerpo que esa remera escondía. Los abdominales de Sam estaba tonificados al igual que sus brazos. Dejó caer la remera al suelo como si nada, y se acercó a mí un segundo después.

—Gracias —dijo, y yo solo podía pensar que lo tenía en mi habitación y sin remera. Esto era incómodo, y me molestaba sentirme una babosa, porque esa era la palabra que podía describirme perfectamente en este momento. Sam seguía haciéndomelo apropósito.

Atracción destructiva +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora