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Skyler

Después de cenar con Jason y su familia él me trajo a casa en el auto de su padre.

—Me llamas cualquier cosa, ¿sí?

Asentí con una sonrisa mientras colgaba mi cartera en mi hombro. Miré la ventana de casa; había luz, lo que significaba que estaban despiertos.

—Lo mismo digo para ti. Si necesitas alguna cosa me avisas. Dejaré el teléfono en sonido —respondí y me centré en él antes de bajarme de su auto—. ¿Estamos bien?

Jason sabía a qué me refería así que no era una necesidad que preguntara. Después de que le confesara que con Chase andábamos en algo, justo después del abrazo que nos dimos, el silencio se tornó presente entre nosotros. Jason no lucía molesto, pero de todas maneras me preocupaba lo que pensara de mí, y aunque dijo que no diría nada, existía una parte que temía que abriera la boca. No solo era mi amigo, era el de mis hermanos. 

—Estamos bien —contestó con seriedad—. Pero te recuerdo que si...

—Que si Chase hace algo malo lo matarás practicando magia negra, lo sé —interrumpí.

—Va en serio. Lo hago porque quiero cuidarte. Sigo pensando que te mereces algo mejor y que eres pésima eligiendo muchachos.

Rodé los ojos.

—No soy pésima escogiendo muchachos —me defendí. Bueno, Chase no era exactamente el chico más dulce o por lo menos amable, pero hasta ahora noté que conmigo lo intentaba. Creo.

Hice hincapié en el principio de su tercera oración. Dijo que me merecía algo mejor y eso me ha llevado a pensar en lo que Chase insinuó el otro día. En el mundo hay miles de millones de probabilidades de que un amigo guste de su amiga, pero yo seguía creyendo que Jason no tenía ningún tipo de interés en mí. Por un momento lo malinterpreté y lo admito, pero ahora vuelvo a poner los pies en la tierra y quito esa idea boba de mi mente.

—Creo que sí —asintió—. Además, tus hermanos me dijeron eso.

Cuándo no.

—Mis hermanos son unos tarados. Me voy a dormir, Jason. Mándame un mensaje cuando llegues a tu casa.

—Bueno.

—Adiós —saludé y me acerqué para besarle en la mejilla—. Te veo mañana.

—Ojalá que no —bromeó. Pude decirle algo, pero me limité a poner los ojos blanco y salí del auto para trotar hasta la entrada. Me metí adentro y recibí rápidamente la mirada de Luke desde el sillón. Vi que sostenía un libro en la mano y no pude evitar preguntar:

—¿Qué haces con eso?

—Estoy estudiando.

Me reí.

—¿Tú estudiando? Tengo que llamar a los del noticiero para que avisen que se viene una tormenta fuerte.

Levantó la mirada y me enseñó el dedo corazón.

—¿Mamá dónde está?

—Durmiendo.

Asentí.

—¿Y los demás?

Se encogió de hombros.

—Ryan seguramente viendo porno y los demás puede que estén durmiendo.

—¡Luke! —reprendí—. No digas eso.

—Tú fuiste quién preguntó. ¿Qué tal tu cena con Jason?

Atracción destructiva +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora