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Skyler

Al dejar escapar las palabras de mi boca, Sam se puso completamente tenso y me miró de manera incrédula. Sus ojos rebuscaban algo en mi rostro, tal vez alguna señal de que le estaba jugando una broma de mal gusto. Ojalá hubiera sido así. También me tensé, preparándome para sus reproches. Supongo que no fue buena idea abrir la boca, pero callarme algo tan grande me estaba dañando por dentro.

Sam dejó de tocarme, se puso de pie y me dio la espalda un momento. Sus manos viajaron hasta su nuca y las mantuvo allí un rato, pensativo. Quería decirle algo, pues el silencio que se formó en la habitación me inquietaba lo suficiente como para querer irme y dejarlo ahí solo, pero como era una cobarde, no permití que las palabras dejaran mi boca. Me daba miedo su reacción. Es decir, él no me había gritado aún, pero con este silencio tan ensordecedor, seguramente en cualquier momento empezaría a decirme de todo. No era novedad que Sam tenía un temperamento de mierda todo el tiempo, así que imaginémoslo con un verdadero motivo por el cual molestarse.

—Espero no estés hablándome en serio —rompió el silencio. Se dio la vuelta para mirarme, ahora con sus puños apretados a los costados de su cuerpo.

—Sam, yo...

—Porque si es una broma es de muy mal gusto —advirtió.

No había rastro de ese Sam tranquilo, comprensivo y cariñoso de hace un rato. Sam tenía esa mirada asesina en su cara, esa expresión tan seria que me hacía sentir muy pequeña a su lado. Por instinto, bajé la mirada hacia el suelo, avergonzada.

—Mírame —ordenó, y como su sumisa, le hice caso.

La tensión en el ambiente me provocaba ganas de echarme a llorar.

—No es una broma —respondí, intentando parecer firme.

Sam negó con la cabeza, sin poder creérselo. En sus ojos había algo indescifrable, una batalla interna con él mismo. Su nerviosismo parecía más grande que el mío en este momento.

—¿Acaso tú te das cuenta de lo que me estás diciendo? —reprochó, clavando su afilada mirada en la mía.

Entrecerró sus ojos.

—Sí, Sam, sé que esto es una locura, y de verdad lo siento.

—No. No me digas que lo sientes. No tienes que sentirlo por mí, tienes que sentirlo por ti misma, porque si estás embarazada, la que sufrirá eres tú —me apuntó—. Estamos hablando de una bruja, teniendo un hijo con un vampiro-demonio. Eso no puede resultar bien para absolutamente nadie, Skyler.

Me tapé la cara.

—Soy una idiota, ya sé. Las consecuencias de haberle creído a Chase fueron más grandes de lo que pensé.

Sam apretó su mandíbula.

—Sí, a veces haces estupideces —sus palabras no fueron fuertes, pero sí el tono en el que las dijo. Fue frío.

Auch.

Su forma de reprocharme me hizo sentir peor. Si él que no era de mi familia y me estaba reprochando, cómo iba a reprocharme mi madre y hermanos si me tocaba decírselos. Me mentón tembló.

—¿No se cuidaron? —preguntó, soltando un suspiro. Su voz sonó cansada.

—Sí, sí nos cuidamos, pero tal vez el preservativo se rompió en algún momento y no nos dimos cuenta. No sé.

—¿Hace cuánto no tienes la regla?

—Hace una semana ya. Nunca se me ha retrasado más de dos días.

Atracción destructiva +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora