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Sam

Esa horrible presión no desaparecía de mi pecho. Ver el agua correr se había convertido en todo lo que hice durante las últimas tres horas, pues no tenía ganas de regresar a la cabaña y ver a Skyler después de nuestro beso. Mi mente se encaprichaba en hacerme pensar en el beso, en todos los choques eléctricos, en lo que fue tocarla, sentir su boca contra la mía. Quería olvidarme de eso, quería regresar el tiempo atrás y nunca haberla besado en mi vida. Durante muchas noches me pregunté cómo se sentiría besarla, pero ahora ya no quería saberlo más, porque besarla se había convertido en la mejor y la peor parte de mi día. Skyler me gustaba tanto que me quemaba. Amarla dolía como nunca y más por su rechazo.

Me sentí tan sucio... no solo por Chase, sino por la forma en la que ella me observó después del beso, como si todo fuera mi culpa. Sí, era mi culpa, pero ella también la tenía, porque al seguirme el beso, me ilusionó más y luego me dijo que yo le gustaba. Y un segundo después... dijo que amaba más a Chase. ¿Cómo no iba a sentirme destrozado?

Skyler iba a tener un hijo de mi hermano, lo amaba a él, siempre iba a ser Chase para ella. Y yo siempre iba a estar en el segundo lugar. ¿Qué quedaba de nuestra amistad después del beso? Tenía incertidumbre al respecto. Tal vez ella no volvería a sentirse cómoda conmigo o yo no querría volver a estar cerca suyo, al menos por un tiempo. Pero sabía que todavía tenía la tarea de cuidarla, por más enojado que estuviese con ella. Skyler me rechazó de la forma más dolorosa, diciéndome que elegía a Chase. Sus sentimientos hacia mí no eran lo suficientemente fuertes para corresponderme, pero aun así esperó unos minutos antes de dejar de besarme. Tomó mi corazón y lo pisoteó después, en el momento en que mi ilusión por tener algo con ella estaba por los cielos. ¿Y qué podía esperar? Todos siempre elegían a Chase. Ver un futuro con ella era demasiado hermoso para ser real.

—Estúpido —negué con la cabeza, sintiendo ese nudo en mi garganta. Lo alejé de inmediato.

Era tan inmaduro enojarme con ella por no amarme de la misma forma, lo sabía, pero me molestaba muchísimo lo que hizo. ¿Para qué seguirme el beso si sabía que Chase era al que amaba más? Yo me conocía, y sabía que no pegaría ojo durante algunas noches, por más cansado que estuviera. Mi mente era un bucle de pensamientos, y mi corazón un bucle de sentimientos.

Cuando vi la hora y noté lo tarde que era, regresé a la cabaña, esperando no encontrármela. Quería ir directo a mi cuarto a recostarme.

—¿Dónde has estado todo el día? —preguntó Nate, levantando la mirada del televisor.

—Por ahí, viendo el río —respondí, quitándome la chaqueta. La casa se notaba en silencio.

—¿Ha pasado algo entre ustedes?

Lo miré.

—¿De qué hablas? —Quise saber. Si Nate se había enterado de que besé a Skyler, estaba seguro de que me lo reprocharía. Y con razón.

—No sé, es que Skyler vino con los ojos lagrimosos. ¿Qué le hiciste, Sam?

La verdadera pregunta era qué me hizo ella a mí.

—Nada —mentí.

Nate me observó desconfiado.

—¿Dónde está ella?

—En mi cuarto, se fue a dormir temprano. Dijo que sentía náuseas.

Náuseas... el bebé. Joder.

Caminé hasta la nevera y tomé un par de bolsas de sangre y me las terminé a todas. El estrés de hoy, las malas sensaciones y las preocupaciones me dejaron hambriento. Cuando decidí caminar a mi cuarto, pasé a un lado de la habitación de Nate y oí la respiración relajada de Skyler, por lo que me vi tentado a entrar a su cuarto en completo silencio: la vi acostada sobre la cama, cubierta por la frazada, con su cabeza apoyada tranquilamente sobre la almohada.

Atracción destructiva +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora