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Editado. 

Skyler

Subí las escaleras casi llevándome por delante a alguien.

—¡Fíjate! —me espetó el chico moreno de ojos negros, pero yo lo ignoré.

Jason estaba ahí, después de dejarme mil veces en claro que los White eran peligrosos. ¿Qué hacía él ahí entonces? ¿No debería estar en cama en vez de en una fiesta?

En parte me sentía molesta por eso, porque él estaba presente en aquel lugar. Cuando alguien no te cae bien generalmente no vas a sus fiestas.

—¡Jason! —grité, pero no me escuchó, o tal vez sí, pero fingió no hacerlo.

La música ya me resultaba lo suficientemente molesta como para seguir estando allí.

—¡Jason! ¡Espérame!

Lo alcancé y lo tomé del brazo, pero se zafó de mi agarre sin hacer ningún esfuerzo. Me miró de mala manera y sentí que me entró el pánico al ver de cerca y con buena iluminación el rostro de mi examigo. Estaba peor que la última que lo vi, más sudoroso y olía mal. Era un aroma raro, se podía decir que lo que estaba afectando a su cuerpo se llegaba a percibir en el aire. Vestía muy desarreglado, y sí, lo entendía... cuando uno se enferma no tiene ganas de andar de coqueto.

—Te dije que no tenías que venir a esta casa y sin embargo lo haces.

—Sí, bueno, yo también quiero saber qué haces tú aquí —respondí y Jason suspiró con una gran frustración. Estaba de un palpable malhumor y no quería tener que molestarlo, pero tenía preguntas para él, necesitaba saber si ya fue a ver a algún doctor, cómo estaba su madre y si podíamos volver a ser amigos. Claro, todo eso después de pedirle perdón. Él también tuvo la culpa de ciertas cosas, pero estaba dispuesta a tragarme mi orgullo por recuperar esa efímera amistad que tuvimos—. ¿Adónde vas? —le pregunté tomándole otra vez del brazo.

—¡No me molestes! —espetó y me asusté. De repente, sin esperármelo, sin imaginármelo siquiera, me tomó del brazo y me zamarreó tan fuerte que caí de culo al suelo y me raspé los codos.

El golpe fue duro, doloroso y tan inesperado que no supe cómo reaccionar en el momento. Mi mirada se fue a la de Jason, quien me observó desde su alta estatura con algo diferente en los ojos. Ese Jason se me hizo tan desconocido... tan diferente al tierno que había conocido en el colegio. Éste era oscuro, tenía una mirada similar a la de Chase cuando era grosero conmigo, pero peor... creo.

Jason negó con la cabeza mientras mantenía un semblante serio, lo cual me generó un nudito inesperado en la garganta. Él seguía parado, observándome como si no me hubiera zamarreado, como si no le importara en lo más mínimo cómo fue que me trató, como si nunca me hubiese dicho que le caía bien. Parecía detestarme. ¿Era esto por nuestra discusión? Sí, fui grosera, quizá, pero no era para que terminara odiándome y tirándome al suelo como si nada.

Me froté los codos con ganas de llorar. También me quería acariciar el trasero, pero supe que no era momento, no frente a él. Bajé la mirada de Jason e intenté levantarme, pero entonces él me habló autoritario.

—¡No te muevas! —gritó, sobresaltándome.

Temblé un poquito.

—¿Qué te pasó, Jason? Tú no eres así.

—¡Cállate! —tomó un jarrón de una mesita del pasillo y lo arrojó a centímetros de mí.

Solté un grito.

—¡No! ¡¿Qué haces?!

Sus ojos resaltaban cómo disfrutaba verme en el suelo, como si le gustara asustarme y que tuviera miedo de él. Pues, en ese momento, sí lo tenía, y sabía que Jason estaba al tanto. Solo bastaba con ver mi cara para darse cuenta de que estaba medio aterrada. Y cómo no.

Atracción destructiva +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora