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Skyler

Me he preguntado desde el día que murió qué es lo que le estarán haciendo a su desgarrada alma en el infierno. Me duermo por las noches pensando en su sufrimiento y me levanto creyendo verlo acostado a mi lado, mirándome fijamente y sonriendo. Mis días no han sido trágicos desde que dejé Hasser, durante casi un año la pérdida no ha tocado mi puerta ni la de mi familia, pero lo que perdí hace meses seguía doliendo como si hubiera sucedido ayer.

Me acosté en mi cama pensando en la monotonía de mis días, y maldije por tener que despertar temprano para el instituto. Desde que regresé a casa, estar con mis viejos amigos no se ha sentido de la manera que antes. Sentía que el vínculo que forjé con los White y Jason estaban a un nivel que con mis amigos humanos nunca conseguiría. Sabía que con Jason teníamos una relación grandiosa, pero no me había dado cuenta de que sentía a los White como parte de mi familia. También seguía siendo duro no pisar el mismo instituto y no ver las caras de aquellos vampiros y no tener las clases aburridas de Andrew.

Me sentía tan triste pensando en todo ello. Deseaba poder volver el tiempo atrás para disfrutar de aquellos momentos. Sí, la pasé mal mucho tiempo por el ser que era, pero esas desgracias me hicieron dar cuenta de quiénes estaban para mí y que había encontrado una familia con quienes no compartía lazos sanguíneos.

—Me voy a acostar, ¿estarás bien? —mamá asomó la cabeza por la puerta y me observó.

Fingí una sonrisa.

—Sí —me limité a decir y apreté fuerte la mandíbula para evitar llorar. Últimamente cuando alguien me preguntaba si me encontraba bien me daban ganas de llorar, y probablemente era porque estaba enloqueciendo en silencio.

Mamá no pareció creerme, pero también se limitó a sonreír, teniendo presente que presionarme no era bueno. Vi cómo pasó sus ojos de mí a los montones de grimorios que yo misma había dejado en el suelo desde hacía semanas, buscando la manera de regresar a Chase a la vida. Regresó su vista a mí, y supe que me quería decir algo más, pero terminó guardándoselo para ella misma y lo agradecí mentalmente. Cerró la puerta después de recordarme que me amaba.

Desde que descubrí en el ático todos esos montones de libros viejos y sucios, los tomé y los llevé hasta mi cuarto para revisarlos a todos. Eran como unos cincuenta y tantos, y todos tenían cientos de páginas y decían cosas que no llegaba a comprender del todo. Había pasando un mes y medio desde que lo hallé y recién iba leyendo el séptimo grimorio. Mis hermanos y mi madre intentaron persuadirme, decían que no encontraría nada que me ayudara, que sería una pérdida de tiempo y que terminaría desilusionada. No me importaron sus opiniones, no podía quedarme de brazos cruzados y pasar mis días como si nada, porque no hacer nada era la verdadera tortura.

No podía resignarme, y no quería olvidarme de Chase White. Si él estuviese aquí se enojaría conmigo por ser tan terca, pero no es terquedad lo que me llevaba a hacer estas cosas. Es el amor que le tenía. Y mi rechazo a pensarme con otra persona. No quiero salir adelante, no quiero olvidarlo, no quiero estar sin él. Vivo en un mundo sobrenatural, puedo sacar provecho de ello.

Sabía que en parte era hacerme daño a mí misma, y más sabiendo que en la escuela no me estaba yendo bien por centrarme más en estos grimorios que en las tareas diarias y en los exámenes, me daba esperanzas y una pizca de ganas de vivir. Con suerte, tal vez algún día, con mucho esfuerzo, encontraría algún hechizo capaz de ayudar a Chase. En ese caso, tendría que pedirle ayuda a mis hermanos porque, desde que asesiné a Chase, mi magia no ha estado funcionando normalmente. Mamá dice que puede tratarse de un bloqueo mental porque me siento culpable por que Chase entregara su alma a un demonio.

Atracción destructiva +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora