Atracción destructiva +18

56 | AD2

Skyler

Tuve el año sabático más perfecto que jamás pude esperar.

Después de todo el asunto con Chase y Sam, el drama general que conlleva pertenecer a una familia con magia, y el haberme graduado del instituto, claro que necesitaba un buen viaje para matar las penas y crear nuevos recuerdos felices, porque si no se notaba, mi vida no estuvo bien durante mucho tiempo. Viajé con la compañía de mis hermanos, Jason, mi prima Sara y con los tres White más simpáticos, porque con los otros dos malhumorados ya no me hablaba por obvias razones. Creé recuerdos realmente buenos, me reí como hacía mucho no hacía, fui a conciertos, me compré tantas cosas en cada parada (objetos pequeños y baratos, pero enormes por el valor que tenían para mí), salí a tantas fiestas, me emborraché sin querer, hasta me colé en algunas fiestas de fraternidad, donde conocí a muchas personas nuevas que seguramente no volvería a ver en mi vida. Sin embargo, cada uno de ellos formaba parte del gran año de descanso que tuve.

Claro, no todo fue color de rosas. Al principio, cuando Nate me propuso la idea de viajar juntos, no estaba tan emocionada, pues mis ánimos se encontraban por el suelo por los problemas con sus hermanos. Pero luego de negarme, recapacité y pensé que estaba completamente loca si pensaba que me quedaría durante todo un año en la cama, llorando por los White. No. Ya no quería ser la niña llorona, quería cambiar. Así que lo hice, fui fuerte y accedí a viajar con Nate.

Mi familia me apoyó, mis hermanos y Sara se unieron a la idea. Andrew iba por Sara, y Zach, claro, no iba a quedarse solo en el pueblo. Jason terminó inesperadamente su relación con Nix (no sé por qué, no quiso decírmelo por más que insistí), así que también se nos unió. Incluso, Madeline, nos acompañó durante un mes entero y luego regresó al pueblo.

Todo estaba bien. El problema comenzó en el quinto mes de mi año, cuando regresamos todos al pueblo: durante mucho tiempo creí que la pronta muerte de Luke y Ryan sería mi culpa, supuestamente estaban infectados por la peste que hubo en el pueblo cuando yo era una abominación. Pero resulta que no. Ni siquiera hubo una peste en el pueblo, al menos no una muy letal como la que pudo haber comenzado por mi existencia. Mi tía Jane, poco antes de que mis hermanos enfermaran, realizó un trabajo de magia negra para asesinar a Chase, a pedido de su propio padre. Y como la magia negra es un acto aberrante para la naturaleza, se crean estas consecuencias, estas enfermedades, y eso fue lo que afectó a los chicos, incluso a Jason y su madre. Pero para Jane fue más fácil culparme a mí para que el resto de la familia no se enterase de lo que había pasado en realidad.

Mi madre y hermanos no tenían idea, se vieron igual de sorprendidos cuando Jane nos sentó a todos y confesó el secreto que la estaba carcomiendo por dentro. Al menos su culpa la hizo recapacitar, se la veía arrepentida cuando soltó el peso de su espalda, pero mi madre, los chicos y yo, no reaccionamos muy bien: me sentí ensuciada y traicionada por un miembro cercano a mi familia. ¿Cómo es que ella pudo culparme? Afortunadamente, Ryan y Luke tendrían una vida larga, pero qué bajo cayó Jane con lo que hizo. Ella aseguró haber realizado un hechizo para atrasar el proceso de muerte a causa de la infección que ambos se llevaron, pero todo fue fingido. Desde el principio supo que los gemelos enfermaron por un su maldito hechizo y que no les pasaría nada.

Todo lo hizo por dinero. Caleb le ofreció bastantes billetes, los suficientes para que ella rompiese una vez más las reglas del mundo sobrenatural. Además, casi asesinó a Chase. De hecho, sí lo mató, pero mis hermanos y Jason trabajaron a tiempo para traerlo de vuelta. Jason se sorprendió cuando se lo conté, se molestó mucho, pero no le duró tanto como a mí, que me duró un mes entero. Fue muy tenso todo, las comidas, el cruzarnos por la casa, el no hablar... Tenía que cortar con esa situación de una vez, por eso la perdoné.