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Skyler

Chase se encontraba de espaldas a mí, pegado a los barrotes. Estoy segura de que me había escuchado bajar las escaleras porque me tropecé en el proceso. Antes de decirle algo, miré la bolsa de sangre, la cual seguía en el mismo lugar en el que la dejé la noche anterior.

—No has comido nada —esto me preocupaba.

—No tengo hambre —respondió débilmente.

—¿Puedes darte la vuelta?

—¿Para qué quieres verme? ¿Te causa placer verme en el estado en el que estoy? ¿Es parte de tu venganza?

Suspiré y rodé los ojos.

—No entiendo qué ganas diciendo esto, ya sabes que yo jamás disfrutaría verte mal, Chase.

Hubo silencio. Ninguno de los dos se movió por un par de segundos que fueron eternos, hasta que Chase se sostuvo del suelo y se dio la vuelta para verme: lucía como la noche anterior, pero su piel ahora se encontraba más reseca.

—Come —dije.

—Sí —accedió y creo que hasta él se sorprendió por ello.

Chase miró mis ojos, se fijó en ellos de una manera distinta, con una chispa diferente, sin tanto odio. Algo se removió en mí, pues sus ojos contenían un brillo conocido, uno diferente.

—Yo te amo —dejó escapar de sus labios.

Una fuerte presión se instaló en mi estómago. Cada partícula de mi ser quería creerle, puesto a que voz diciendo esas palabras era la perfección. Chase se dio cuenta de que aquello causaba un efecto en mí y temí que se terminara burlando de mí por amar que él me dijera te amo. Intenté olvidar lo que dijo y me concentré en la bolsa de sangre.

—Tienes que comer, Chase —insistí.

—Soy yo, Skyler —continuó.

Rodé los ojos y los cerré por dos segundos.

No quería creerle, él no me decía la verdad, simplemente no podía ceder y creerle a la primera como la otra vez. ¿Me tentaba? Por supuesto, pero me las tenía que aguantar.

—¿Puedes simplemente comer, Chase?

—Quiero que me creas —exigió.

—Y yo quiero que te alimentes, no puedes estar sin comer durante tanto tiempo. ¿Qué te pasa?

Chase suspiró y, para mi sorpresa, abrió la bolsa de sangre y empezó a bebérsela con desesperación, dejando a simple vista el hambre que tenía por haberse estado resistiendo a su alimento. Me sentí más tranquila, tal vez él necesitaba de mi sangre, pero la sangre de otros humanos lo calmarían un rato.

Se la acabó en cuestión de segundos.

—¿Hay más? —preguntó, otra vez, sorprendiéndome.

Terminé asintiendo y subí las escaleras, buscando al primer White que apareciera en mi vista.

—Zach —lo llamé. Zach estaba sentado de espaldas a mí, en el sofá grande, jugando a ese juego que le traía algo obsesionado.

—Ahora no puedo, estoy ocupado.

—Sí, ocupado jugando Plants vs Zombies.

—Es un hobbie que me apasiona. No interrumpas mi concentración.

—Chase quiere más sangre, acaba de beber una bolsa.

Zach se levantó a verme.

—¿En serio ha comido? ¿Qué le dijiste?

Atracción destructiva +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora