Chase
Skyler era embargada por un dolor que yo no lograba comprender, no por ser un insensible o por no querer tener un hijo (que no quería), sino porque todavía trataba de asimilar todo lo que había pasado en la noche en la que se suponía que todo debía ir bien.
En este momento, un profundo rencor vagaba por mi cuerpo, un rencor que me incitaba a largarme y dejarla sola, ese mimo enojo que me repetía que regresara a casa a buscar a Sam para romperle la cara por haber aprovechado mi ausencia para besarla, pero no podía ser tan egoísta y un idiota con ella cuando realmente necesitaba de mí. Seguramente nos echaba la culpa a Sam y a mí por la pelea que empezamos, pues por el estrés que sufrió ocurrió lo que ocurrió. Yo no quería tener un hijo, jamás quise ser padre, y mucho menos de un bebé que traería más destrucción a nuestro mundo. Pero me dolía demasiado verla de esa manera, tan rota, aferrada a mi brazo como si temiese perderme a mí también.
Su llanto no era escandaloso, era bastante silencioso, y sabía bien que se aguantaba por su familia. Me mantuve en silencio todo el tiempo, abrazándola, con mi pecho pegado a su espalda, para que ella supiese que, a pesar de todo, hoy dejaba mi propio dolor de lado y me quedaba con ella, apoyándola y amándola mucho, aunque eso me destrozara por dentro. Tuve mucho que ver en el asunto, yo también era parte de esto. Pero yo no sentía amor y ni me gustaba la idea de imaginarme con un bebé, así que no tenía muchos sentimientos al respecto, pero la entendía a ella, pues Skyler tuvo algo de tiempo para asimilar lo que pasaba dentro de ella. Sin embargo, sí me dolía un poco la situación, sobre todo por lo destrozada que la veía.
Tuvo que pasar por esto sola, se enfrentó a una noticia muy grande a su corta edad, sabiendo que yo no estaba precisamente en mis cabales por mi... condición. Pero, aun así, se levantó todos los días y continuó con este peso. Me imagino lo difícil que habrá sido, lo abrumada que se habrá sentido al tener que interactuar con su familia como si nada pasara.
—Deberías irte de aquí —me dijo, más calmada, pero con la voz rota.
Sí, quería irme, me dolía el hecho de que se besó con Sam, pero ni loco la dejaba sola. Me consideraba un idiota y una persona egoísta, pero no hoy. No sé por qué tenía ese miedo de que ella se hiciese daño.
—¿Quieres que me vaya? —Admito que, a pesar de lo que dije anteriormente, me dolía que me pidiese irme.
—Se supone que ahora me odias... Deberías irte en vez de abrazarme. Te hice daño.
—Estamos en esto juntos, no pienso dejarte sola esta noche. No seré de esos chicos que les da igual el embarazo de su novia, esto ha sido responsabilidad de los dos, Skyler.
Tiró de mí para que la abrazara más fuerte.
—Si esto no hubiese pasado, la pérdida... ¿hubieses hecho las cosas conmigo? —preguntó. Noté la curiosidad que cubría su pregunta y también ese pequeño miedo.
Por supuesto que sí.
—No quiero ser padre, pero si tú querías tener el bebé, te habría apoyado, así como si no hubieses querido tenerlo. Pero si querías, iba a hacerte entender un punto importante que debíamos tener en cuenta.
Asintió.
—Las dos mitades prohibidas —susurró.
—Sí... —Besé su cabeza.
—Tal vez esto pasó por algo... —se secó las lágrimas.
—Probablemente.
—Te amo, Chase. No sabes cuánto.
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Atracción destructiva +18
Roman d'amour¿Qué tan dispuesto estás para renunciar a tu vida por la persona a quien amas? Chase White convive con un pasado oscuro y perturbador con el que debe cargar por el resto de su vida. Skyler, por otro lado, no sabe su real identidad y lo peligrosa q...