17. ✻

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Horacio se tensó, pero se mantuvo firme.

—Nosotros éramos amigos. Y éramos un equipo. "Otro éxito de Fred y Dan". No era solo para mi. Siempre te dije, que una victoria mía, era una victoria tuya. ¡Te lo dije! ¡Y lo sabes Gustabo! –frunció el ceño.– Me harás daño porque intentas demostrar que tienes razón. Pero no la tienes... –suspiró– No voy a arrodillarme ante la persona que no le importa nada el resto. Lo hubiera hecho por la persona que creía que eras, pero no por la que te has convertido. Podrías cambiar a mejor, pero no quieres.

—Deja de decir tonterías, Horacio. Tu no sabes ni cómo me siento. Puedes verlo por fuera, pero nunca –se acercó más hasta él mientras le daba una patada en las piernas para tirarlo al suelo– nunca por dentro.

—¡A-Ahg! –agarró su propia pierna– ¡Te equivocas! –gruñó con dolor– Sé que... Sé que te sientes solo. Sé que te asusta el hecho de que no puedas sentir a veces nada por los demás. Sé que quisieras vivir con normalidad, y que... Y que todo el mundo te da asco por qué crees que todo el mundo te tratará igual de mal que cuando eras pequeño y buscabas una casa. Sé que a veces estás asustado, y que de todo lo que sientes nunca dices nada y te vas a dormir lo antes posible para olvidarte. Sé que piensas que nadie te quiere, y lo ocultas diciendo que eso son niñerías, que eso es ser un blando, pero solo quieres tener gente que quiera recibir un tiro por ti. Por eso estabas tan decepcionado con la CNP. Buscas eso en una mafia que no te dará nada de eso Gustabo... Todos tus miedos son Pogo. Y lo descargas haciendo daño y matando. Pero no estás solo, nunca lo estuviste.

El silencio inundó el espacio.

Gustabo soltó la navaja inconscientemente, se quedó completamente paralizado por un par de segundos hasta que se giró dándole la espalada, encogiéndose de hombros

—Mentiras, falacias, no sabes lo que dices –respondió mientras apretaba sus oidos cada vez más con sus manos y cerraba sus ojos con fuerza tratando de dejar de escucharlo.

—¡Callate ya, coño! –gritó para si mismo

—Gustabo... Deja de cerrarte a mi. –se levantó con dificultad y lo agarró de las muñecas para destapar sus ojos– Tu no tienes la culpa de sentirte así. Pero tienes que dejarnos ayudarte. Nos importas. A mi me importas. Yo te quiero gustabo... Aunque te de asco, aunque no te guste que la gente sea asi. No tienes que buscar respuestas. Tener miedo es normal. Sentirse solo está bien. Todo el mundo se siente así. No es tu culpa que no puedas sentir nada, ¿vale? –lo apegó a él mismo en un abrazo– No es tu culpa. No te hace falta un escudo para que nadie te haga daño. Los amigos no siempre hacen daño. Están para apoyarse. Y yo soy tu amigo, tu hermano, tu todo. Y tú eres mi razón para seguir, Gustabo.

Gustabo se quedó mirando a la nada sin saber qué más decir. En el fondo aunque no lo quisiera admitir tenía la razón pero era tan grande su orgullo que no podía llegar a aceptar eso así como así. Apoyó su cabeza en el pecho de este y rodeó la espalda ajena con sus brazos fuertemente mientras mantenía su respiración. No podía soportar tanta presión en si mismo. Se había tragado estos dias más cosas que nunca.

—Yo también tengo sentimientos –musitó débilmente mientras ejercía más fuerza contra él.

—No tengas miedo de expresarlos –susurró acariciándole lentamente.

Horacio se sentía orgulloso. Casi nunca Gustabo se dejaba tocar o acercar, y normalmente evitaba hablar de él y de cómo se sentía. Por primera vez se estaba abriendo, para Horacio significó mucho, se sentía con el corazón lleno. Lo abrazó con más fuerza, para que el otro se sintiera protegido. Horacio apoyó su frente sobre la cabeza del otro, mientras suspiraba con lentitud.

Sacrificio de Mentiras [GtaRp] • Terminada •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora