57. ✻

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—No lo entiendo Gustabo... Lo siento –susurró– Solo sé... Que te está haciendo daño... Que es una parte de tí. Que lo usas inconscientemente para protegerte... Pero todo se ha ido de las manos. Tiene envidia de ti. Y quiere vivir como tú lo haces. No sé si es que tú te aguantas el hacer muchas cosas... Quizás eso es lo que quiere decir... Pero Pogo está quemando todo tu alrededor. Y te va a dejar aislado...

—Ni yo mismo lo entiendo, Horacio. Qué te voy a decir –se separó de él y se sentó en el sofá grande mientras lo miraba y daba palmadas a su lado para que se sentara allí

—Ven. Que se me va a echar dolor de espalda, y de cadera de estar como estaba.

Horacio se sentó junto a él mientras jugaba con sus dedos.

—Literalmente hoy... –susurró mirando a la nada– No lo contaba Gustabo. He sentido incluso el aire de la bala cerca de mi. ¿No recuerdas nada de eso? –susurró– Nada de lo que dijiste, ¿nada de lo que oíste? ¿Nada de lo que pasó?

Gustabo suspiró mientras se ponía una mano en la frente

—Es como si... Me quisiera acordar, pero solamente recuerdo tu voz y mi voz hablando. No sé qué dicen. Pero recuerdo haber gritado.

Horacio suspiró mirando de forma perdida a la televisión. Luego miró al otro con tristeza

—Al menos no cortó la carne de tu cara, bueno, no tan profundamente –susurró acariciandole lentamente la mejilla– Poco le falta para coger unas tijeras y hacerlo.

—Poco le falta para ya hacerme perder la poca cordura que me queda –se rió mientras tomaba su mano delicadamente.

—Pogo tiene mucha envidia, y cada vez va más allá.

Horacio suspiró, desviando la mirada.

—Ojalá la medicación funcione... –susurró– ¿No tienes alguna forma de comprobar si está funcionando o simplemente Pogo está callado?

—Hombre, que yo sepa no es una máquina, hasta ese punto como funcionar... –se volvió a reir– Pero está callado por el momento– Creo que... He pillado un poco cómo logra cada vez volverse más fuerte, por así decirlo.

—¿En serio? ¿Cómo lo hace? –sus ojos brillaron, por alguna razón confiaba en poder hacer algo.

—Depende de cómo esté –lo miró con poca ilusión.

Juntó sus manos y las colocó detrás de su cabeza

—Cuando estoy cansado, me duele la cabeza o simplemente no me encuentro bien, él se hace más fuerte. Y ocurre justamente al contrario.

—Entiendo... ¿Es posible que Pogo sea tu falta de cordura? –preguntó mirándolo, empezando a pensar las distintas posibilidades.

—No lo sé. Ya te digo que hay veces que dudo de si Pogo es algo más que yo mismo –suspiró– Al principio todo comenzó como alguien imaginario que me hacia sentir bien, querido. Pero todo se fue convirtiendo en algo más oscuro y es que hasta a veces me veo a mi mismo pero, es él.

—Te está robando la identidad Gustabo. –suspiró– Te está sustituyendo poco a poco... –lo miró a los ojos– Nuestra última esperanza en que todo salga bien son esas pastillas... Pero esto no es un cuento de hadas. ¿Verdad?

—No, no lo es. –miró a la televisión mientras se rascaba la nuca algo inquieto

—Que lo haga, que trate de hacerlo. No se lo voy a poner fácil. Si quiere ser libre, que lo sea, pero no en mi vida.

Horacio sonrió al escuchar eso.

—¡Así se habla Gustabo! –pasó su brazo por el cuello del otro y revolvió su pelo. Luego le dio un golpe en el hombro.

Sacrificio de Mentiras [GtaRp] • Terminada •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora