73. ✻

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Se vienen lloros...
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Horacio se incorporó con rapidez y lo siguió, dejando la sábana dentro.

—Espera espera... Es muy sospechoso... –susurró– ¿Y si es una prueba? –murmuró– o quizás es nuestra oportunidad de salir.

—¿Qué prueba? Lo que pasa es que nos ha tocado aguantar al pesado de turno que tiene menos paciencia que el abuelo –Gustabo lo observó su alrededor

—Uhmm... –el de crestas lo siguió de cerca, escondiéndose detrás–  ¿Cuál crees que sea la salida?

—No tengo ni idea –susurró el rubio de vuelta.

Horacio se acercó a una puerta y la intentó abrir.

—Esta está cerrada. No hay ventanas, es posible que estemos en un sótano.

—Es muy pero que muy raro que no haya nadie. ¿De verdad se han ido sin más y nos han dejado aquí?

—Esto es muy sospechoso Gustabo. ¿Quién dejaría a dos tíos sin vigilancia? Mira a ver si esa puerta se abre o no.

—Si lo han hecho, peor para ellos –se acercó hasta la puerta y trató de abrirla

Horacio se quedó pegado a Gustabo mientras entraban.

—Aquí es donde hervían el agua... –susurró

—Esto será como un laberinto, ya verás. –miró a su alrededor– Qué cojones les pasa en la cabeza para usar agua hirviendo como tortura...

—Dolió bastante... –acarició su brazo– pero por suerte no era aceite, eso hubiera derretido la piel.

—Tuviste suerte la verdad. Bueno, tuvimos en verdad –susurró– pero me sigue pareciendo todo muy raro

Horacio lo siguió detrás suya y por tensión le agarró el brazo con miedo.

—Gustabo tenemos que salir de aquí ya... Cualquier cosa, una ventana, una palanca, algo que pueda golpear... –musitó.

—Bueno, pues mira a ver si ves algo, porque no hay una puta mierda –se quejó.

En ese momento una puerta alejada se abrió y se cerró con fuerza.

—Mierda, mierda, mierda... –Horacio agarró con fuerza su brazo mientras se agachaba detrás de una mesa para esconderse– ¡¿Qué hacemos, qué hacemos?!

Gustabo se agachó junto a él y le puso una mano en la boca para que se mantuviera en silencio. Lo miró seriamente frunciendo el ceño.

—Callate... –le susurró

Horacio asintió con algo de miedo mientras se quedaba junto a él. Agarraba su mano y su brazo con fuerza mientras escondía su rostro en él, su cuerpo estaba temblando mientras respiraba entrecortadamente.

Gustabo rodó los ojos y lo acurrucó en él apretándolo con fuerza.

—Shh...

El de crestas mordió su labio mientras escuchaba el ruido de algunas pisadas. Cada pisada lenta y calmada era un infierno, ni siquiera podía tragar saliva de la horrible tensión que estaban sintiendo. Incluso su cabeza empezó a doler con fuerza.

Gustabo se quería asomar para comprobar qué estaba pasando, pero al escuchar las pisadas se quedó completamente quieto sin decir o moverse.

—Han salido de la celda. –notificó uno de los hombres.

—No habrán ido muy lejos. –empezó a reírse otro de ellos mientras pasaba justo al salón donde estaban.

Horacio apretó a Gustabo con fuerza y este cerró los ojos por par de segundos. Apretó de vuelta a Horacio con él todo lo que podía. Todavía tenían posibilidad de que no los pillaran pero lo veía imposible.

Sacrificio de Mentiras [GtaRp] • Terminada •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora