56. ✻

412 62 29
                                    

Al cabo de unas horas Conway llegó y abrió la puerta ya que esta no estaba cerrada.

—Vamos a ver princesa, te toca tu vestidito. –enseñó la camisa– ¿Y Horacio? ¡HORACIO BAJA AQUÍ!

El otro obedeció y bajó lentamente refunfuñando. Se cruzó de brazos mientras evitaba mirar al otro.

—Mira entiendo que estés cabreado, pero ahora mismo no podemos ni llevarlo a federal ni al psiquiátrico. –comentó Conway– Así que es esto, o que le meta un puto tiro y lo tire al río. –Horacio rodó los ojos y asintió.

Entre Conway y Horacio le pusieron la camisa de fuerza, desesposandolo. Conway le agarró con fuerza las muñecas mientras se la ponían, impidiendo así que hiciera cualquier cosa.

—Perfecto, a ver si así piensas un poco. –suspiró– Horacio. Ten. –le entregó unas pastillas– Esta es la nueva medicación. Es bastante fuerte, así que por si le sienta mal también traje protector de estómago. –se las entregó– Está vez serán en pastillas. Las jeringas con la aguja las podría usar para lo mismo que para la enfermera, así que me niego a que pase nada más.

—Entendido.

—Y hazme el favor de no dejarlo jodidamente solo, que pareces gilipollas.

—Lo sé... Lo siento super –desvió la mirada frunciendo el ceño.

—Hazmi il fivir de ni dijirli sili –le imitó con tono burlón mientras rodaba sus ojos– vete a la mierda... –susurró.

Se quedó sentado en el sofa sin poder hacer absolutamente nada por aquella mierda que le habían colocado a la fuerza. Aunque se había negado y movido todo lo posible, no había podido resistirse a ellos.

—¿Y ahora qué? Me aburrooooo –dijo con tono pesado mientras movía sus piernas continuamente para tratar de ponerlos de los nervios

—Yo me largo. –respondió el mayor, rodó los ojos levantando las manos de forma cansada saliendo por la puerta.

—¡No! ¡Espera! –Horacio lo agarró– ¿En serio tengo que hacer esto? –susurró– Me iba a pegar un tiro...

—Ahora no te puede hacer nada. Solo tienes que aguantar sus idioteces. Lee un libro y pon la tele o yo qué sé. –se desentendió mientras se iba y dejaba solo a Horacio. Este simplemente suspiró y cerró la puerta tras de sí con pesadez.

—Al menos ten un poco la cara de hacerme compañía si me piensas dejar aquí sin más. –le gritó el rubio desde el salón.

—Y yo pensando en que me iba a cambiar de casa, me iba a comprar hasta un gato, ya ves tú –dijo mirando hacia el techo– y ahora venís con esta puta tontería, yo no os entiendo, la verdad.

Al menos hablaba tranquilo y no respondía de forma tan agresiva. Horacio se sentó en el sillón mientras echaba la cabeza para atrás. Aún no podía creer que siguiera con vida. Literalmente le debía todo a Conway.

Ni siquiera sabía qué pensar de Gustabo. Simplemente se desentendia, literalmente no le importaba, no iba con él. Se levantó y fue a buscar un vaso de agua. Lo dejó en la mesa apoyado y empezó a abrir el paquete. Sacó una pastilla.

Antes leyó un poco la descripción, parecían de tragar, no eran efervescentes. Se acercó a Gustabo con la pastilla.

—Di "ah"

—¿Que coño es esto? –le dijo extrañado mientras miraba la pastilla y seguidamente a él– ¿ya me quieres drogar? ¿hasta este punto has llegado? Joder –se quejó

No había escuchado nada acerca de que iba a tener una nueva medicación, por lo que simplemente le extrañó mucho que fuera tan de repente a darle una pastilla.

Sacrificio de Mentiras [GtaRp] • Terminada •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora