30. ✻

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La chica suspiró mientras miraba a Horacio con expresión algo apenada.

—Señor Perez. Usted sabe lo importante que es y que puede llegar a influir de manera seria en su salud.

—A ver, a ver, no me estoy enterando de nada. O sea –Gustabo volvió a mirar a Horacio nuevamente– ¿Me estás diciendo que tienes un problema y que no me lo has dicho nunca? Te confío mi mayor secreto y tú ni siquiera eres capaz de contarme. ¿Era esto la confianza que había Horacio? Y me decías a mi, tantas veces que me has echado en cara que siguiera con el tratamiento y tú... –apretó los dientes con rabia y apartó la mirada.

—Porque simplemente no es importante, Gustabo –desvió la mirada también– lo tuyo si es importante, además es algo que no se arregla con medicación, creo...

—Tranquilícese señor García, no hay por qué alterarse, bien –dijo una de ellas tratando de ser amable.

Gustabo gruñó y la miró seriamente

—¿Puede usted decir qué tratamiento es el que debe llevar el señorito Horacio? Creo que como único familiar suyo actual, aunque no sea de sangre, merezco saber –había sido realmente fuerte el comentario que había hecho. Lo había dicho completamente sin pensar. Cuando la rabia le podía no pensaba en nada más.

—Señor García, no ha sido muy apropiado el comentario que ha hecho. Por favor, relajese, queremos ir por buen camino –dijo la otra con el ceño fruncido– Además, un tratamiento ya lo terminó, ¿verdad, Horacio?

—Si, claro. Del primer problema que tuve ya no me ha vuelto a pasar nada de momento –susurró.

—Pero el problema no es el primero, el problema es-

—¿Puedo decidir que no lo digan delante de él? –interrumpió en voz alta, refiriéndose a Gustabo– es un documento privado, si usted menciona algo sin mi consentimiento delante de personas externas podría denunciar

—Pero, joder, hijo de puta... –susurró el rubio mientras miraba fijamente a Horacio y se levantaba repentinamente

Enseguida una de las psicólogas se acercó a él y le colocó una mano en el hombro para que se volviera a sentar.

—Tranquilicese por favor. Usted Gustabo debe de respetar la información privada de otras personas, aunque sea alguien cercano, tiene derecho a su intimidad. Por favor, relajese. ¿Quiere algo de beber para calmar sus nervi–

—No quiero nada –dijo volviéndose a sentar en el sillón.

—Eh... Bueno, como le decía, yo ya pasé mi tratamiento doctora. Y lo hice con éxito –se cruzó de brazos.

—Si, estoy viendo que si. Efectivamente usted pasó por un proceso. Pero sabe que a causa del estrés... Podría volver a presentar síntomas.

—No lo hará. Estoy seguro. Hace años que no me pasa nada.

—¿Del otro problema si podemos hablar abiertamente? Usted me reconoció que los demás lo sabían.

—Ahm... Si. De lo segundo si. Eso ya todo el mundo lo sabe.

—Señor Pérez, no es nada gracioso, de veras... usted sabe que tiene un trastorno obsesivo compulsivo con esos lugares de alterne.

—Y el crussing –sonrió como un niño– En verdad no estoy yendo tanto. Me estoy controlando con eso.

Gustabo se cruzó de brazos escuchando la conversación. Claro, le encantaba tanto escuchar cómo hablaba de sus problemas así tan abiertamente y escondía otros como un preciado tesoro. Disfrutaba muchísimo, sobre todo cuando luego le echaba en cara cosas que él hacía.

Sacrificio de Mentiras [GtaRp] • Terminada •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora