8. ✻

985 124 20
                                    

—¿Cómo? –exclamó el rubio mientras los miraba muy confusos sin saber qué hacer. ¿Por qué habían reaccionado de esa forma como si nada? Su mente era un colapso de dudas en ese momento.

Gustabo iba a avanzar hacia ellos pero enseguida Emilio miró a Manolo que se encontraba más cerca de él y lo tomó por la espalda sujetándolo por sus brazos detrás de su espalda para alejarlo de su compañero.

—Muy rápido querías ir tú Gustabin. ¡Y tú te me vas callando pinche pendejo! –le gritó a Horacio el apuesto mexicano.

—Eh, eh. A ver, ¿podeis explicar de qué va esto? –preguntó tratando de zafarse de Manolo.

—Tu amiguito... –murmuró Emilio– Cree que nosotros somos pendejos. Traidor se nace, no se hace. –apunto con una pistola a Horacio en la cabeza– No se quién mierdas te crees que eres pinche weon.

—¿Y tu, Gustabo? ¿También eres parte de la policía? –interrogó el hombre de negro con su característico sombrero, Nadando– Resulta que Horacio nos ha enviado el mensaje con un teléfono de un supuesto... Subinspector. Al ver que el número con el que nos contactó no pertenecía a él, si no que era uno sin agendar que sabia de nuestra existencia, decidimos rastrear la señal y tratar de averiguar a quién pertenecía. Y vaya que oportuno.

—¿Cómo? –se quedó helado ante aquella Información que le estaba dando el otro. Seguramente Horacio se había equivocado de sim y lo había enviado con la otra.

—Eso, Gustabo, ¿tú también eres un subinspector de esos? –le dijo Manolo con un pequeño empujón en la espalda sin soltarlo todavía.

—Yo no sé nada de eso. Pero Horacio... Así que eso es lo que hacías en tu tiempo libre –trató de disimular mientras miraba a su compañero

—¿Q-Que? –los ojos de Horacio se volvieron pequeños– No puede ser. ¡Quizás robé el móvil! ¡Suelo robar mucho! No soy el inspector Dan, de verdad...

—Eh... Nunca dijimos ningún nombre –fulminó con la mirada Nadando

—Gustabo... Me van a matar. –lo miró suplicante

—¿Cómo que subinspector Dan? Horacio, ¿por qué no me habías contado esto? –dijo haciéndose el sorprendido mientras lo miraba

—Joder... –suspiró el de la cresta al ver que Gustabo no tenía muchas intenciones de ayudarlo en ese momento.

—Él solo se está jugando el tiro aquí –comentó el Gringo de pasada señalándose a la frente con el dedo y una sonrisa.

Horacio apretó sus labios con impotencia. Jadeó con miedo tratando de tranquilizarse. Estaba más nervioso que nunca, se estaba jugando la vida con cada respuesta que daba.

—Creo que a este pendejo le hace falta más caña. –Dijo Emilio

Yun, uno de los presentes allí que se había mantenido en silencio hasta el momento, comenzó a caminar hacia el de las cresta abriéndose paso mientras sacaba una pequeña navaja de gran hoja de su bolsillo.

—Tu tal creído que elamos una mafia de pacotila, y que élamos fácil de manipula, ¿veldad?  –empezó a acariciar su piel de forma lenta con la hoja del arma

—Eh, ¿podrías soltarme a mi al menos no? No he hecho nada. Yo ya dije desde un primer momento cosas, si, pero jamás esperé que estuviera infiltrado. –le dijo a Manolo girándose a mirarlo.

—¿Qué hago con este? –preguntó Manolo mirando a Nadando.

— No podemos fiarnos de él tampoco –respondió frunciendo el ceño– Son uña y carne, puede que él también nos este ocultando cosas. Encerrarlos a los dos. Pero antes... Vamos contigo Horacio. Te... haremos hablar a la fuerza –sonrió a través de su pasamontañas mientras se llevaban a Gustabo a otro sitio para tenerlos separados hasta lograr sacar algo en claro

Sacrificio de Mentiras [GtaRp] • Terminada •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora