Sacrificio de Mentiras [GtaRp] • Terminada •

62. ✻

¿Qué pasará hoy? Uyuyuy... 👀
Hoy actualizo temprano perros.

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Horacio se quedó un rato mirando la televisión. Sabía que había sido muy duro con él, pero no podía dejar que se matase poco a poco. Había aprendido que era mejor no seguir su corriente, no podía dejar que nada más pasase. Simplemente eso.

Unas horas después, Horacio preparó de cenar un par de mini pizzas para ambos.

—Gustabo. La cena. –llamó desde la cocina dejando ambos platos en esta.

—Ya voooy papáaaa –Gritó desde arriba alargando las palabras mientras se reía.

Había estado un rato en la habitación de Horacio inspeccionando qué es lo que tenía por allí. Además de pensar qué hacer con las pastillas. Podría hacerle un pequeño chantaje para dejarlo salir a cambio de estas, o podía dejarlo sin ellas para que se le fuera la cabeza y al final hiciera lo que él quisiera.

Fue pensando mientras bajaba por las escaleras

—Preparé algo con calorías porque estás bajando muchísimo de peso. –susurró preocupado– Así que cómetelo todo. Y no te dejes nada.

Horacio se sentó en la silla donde normalmente se sentaba, en frente de él, y empezó a comer. Gustabo rodó los ojos moviendo su boca como si lo imitara mientras se sentaba en la silla también.

—Estoy hecho un pibón, y me tienes envidia –comenzó a comer

—Se te ven los huesos. Cada vez que te veo parece que te vayas a romper. –suspiró mientras lo observaba. Rodó los ojos lentamente.

Después de una silenciosa cena ambos terminaron dejando los platos completamente vacíos.

—Tómate la medicación... –susurró Horacio mientras llevaba los platos al fregadero y los fregaba.

—Luego –Gustabo se levantó cuando terminó y se tiró al sofá como si nada.

—Tienes que tomártela siempre después de comer. –agarró el paquete con la medicación y se la dio– Hazlo.

—Apartaaa –le dijo dándole un manotazo en la mano haciendo que la medicación cayera al suelo. Seguidamente se levantó y se apartó de él por seguridad.

—¡Oye qué te pasa! ¡Antes te la tomabas sin problemas! –se acercó y le agarró con fuerza la muñeca. Se agachó y cogió el paquete. Sacó una pastilla– Tómatela o te la haré tomar a la fuerza.

—¡Para qué quiero tomarmela si ya estoy bien! No tiene sentido –le gritó mientras le daba puñetazos con la otra mano libre en la mano de Horacio para que lo soltara.

Horacio en un rápido movimiento agarró con su mano las dos muñecas del otro.

—Se acabó. Me estás obligando a forzarte. –lo tumbó en el sofá, suspiró, y le metió la pastilla en la boca. Con rapidez puso la mano en la boca del otro para que no la escupiera.

—¡Hm! –Gustabo se quejó mientras comenzaba a toser en la mano del otro.

Pataleaba en el sofá para que lo soltara y viendo que no surtía efecto, comenzó a darle patadas a Horacio con fuerza. El de crestas apretó sus dientes con fuerza por el dolor. Pero se mantuvo firme.

—¡Tragatela! –frunció el ceño.

Gustabo trató de morderle la mano mientras continuaba con sus patadas. Se estaba quedando casi sin aire por la continúa presión