Sacrificio de Mentiras [GtaRp] • Terminada •

20. ✻

Hola buenaaas

Antes de comenzar con el capitulo quería deciros que subí el primer capitulo de la idea que me dijisteis que os gustaría que hiciera, que fue la de transcribir los capítulos de Spainrp a un libro como si fuese una historia (desde el punto de vista de Gustabo)

Me he tardado vida y media pero ayer lo subí, iré poco a poco porque es algo muy pesado de hacer sobre todo en los primeros capítulos que hay tanto corte, pero lo actualizaré dentro de unas semanas.

Podéis ir a mi perfil que está allí por si quereis pasaros a recordar los bellos principios de Spainrp <3

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Pasaron varias horas hasta que Emilio le mandó un mensaje a Gustabo. Este se había ido a su casa hace unas horas y esperaba tumbado en el sofá viendo la tele.

< Estoy en tu puerta >

Leyó el mensaje y se puso en pie, yendo hacia la puerta de salida, no sin antes ir al armario y tomar un pincho que había guardado desde hace bastante tiempo atrás.
Tras eso salió y montó en el coche negro que había aparcado enfrente de su casa.

—Que onda –saludó Emilio

—Heey –le dijo este de vuelta– Menos mal que se me ha bajado la fiebre, menudo –silbó– que me había pillado.

—Si es que, haberme invitado wey.

Emilio comenzó a conducir hacia las afueras de la ciudad mientras Gustabo cambiaba de tarjeta sim a la antigua que tenía de subinspector y mandaba un mensaje a Horacio.

< Vamos de camino >

Horacio y Conway se montaron en la camioneta oscura y empezaron a ir por el camino opuesto de la ciudad. Mandaron el pequeño dron a seguirlo entre los árboles.

—Esto es más fácil de controlar de lo que me esperaba. –susurró Horacio mientras lo manejaba.

Pasaron algunos minutos, hasta que Emilio frenó.

—Tenemos la ubicación –comunicó Horacio

—Bien, me acercaré unos metros más. Justo estando a medio kilómetro puedo oírlos. –informó Conway.

El coche de Emilio se detuvo en una gran nave abandonada en la ladera de una montaña. Cuando salieron del coche estaba todo realmente oscuro a sus alrededores, la única fuente de luz era la que procedía del interior de la gran nave abandonada.

—¿Hay protección? –susurró Gustabo en el oído de Emilio.

—Hemos contratado cierta protección como hacemos siempre cuando hay reuniones importantes. Están bien chidos eh, se ocultan en la oscuridad como cabrones –dijo Emilio mientras avanzaba junto a él.