¿Horacio? (54). ✻

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[...]

—No voy a culparte –susurró bajando la mirada– Todos hemos hecho cosas malas o mierda... Pogo. No te voy a culpar, para mí al menos solo eres un niño que se quiere proteger. –murmuró– Siempre... Siempre hemos estado juntos... En las buenas y en las malas... Hemos tenido una buena vida. Nos hemos sabido levantar. De vivir en la basura a tener todo esto, ¿eh...? Ha sido bueno... Gustabo me salvó la vida aquel día... Así que supongo que si esto acaba así, habrá sido el final de su regalo.

Horacio permaneció unos segundos en silencio.

—Gustabo. Aunque no me estés oyendo... Lo hemos pasado bien. Y no me rectifico de todo lo que te dije ese día en el sofá. Lo que me obligaste a decir. Lo que te dije tumbados en el hospital... Todo lo que te llegué a decir. Has sido y serás una persona muy importante para mí... Aunque tengas esta cosa en ti y te obligue a hacer estas cosas. Aún estoy frustrado contigo, porque siempre quise sentir más aprecio del que tú me podías dar, pero no te juzgo. No podías dar más de lo que tú entendías.

El de crestas agachó la cabeza lentamente.

—Estoy contento... De al menos haber tenido contacto contigo, es más de lo que en algún momento pensé que obtendría. –murmuró– Para mi, es el recuerdo más especial que me llevo. Estoy feliz de haber estado juntos Gustabo. Siendo malos, siendo buenos... Que importa, si estamos los dos... –sonrió amargamente– Pogo... No puedes hacerme sentirme triste antes de morir. Estoy muy feliz recordando todo lo que hemos pasado. –hacía un rato que las lágrimas caían de su rostro– Todo está bien para mi. Si eso es lo que he podido obtener, me conformo.

[...]

El rubio se quedó escuchando sus palabras atentamente. Cada cosa que decía le provocaba más rabia en su interior. Todo era Gustabo, y Gustabo y los dos. Se sentía como si aquellas palabras no fueran dirigidas para él directamente, si no para otra parte más importante de aquello a lo que podía llamar vida, una parte real, una parte de él que lo había acompañado desde que apareció. Una parte de la que tenía que contener su envidia, su envidia de que Gustabo pudiera vivir a sus anchas y él no.

Sabía que no era alguien real, solamente alguien imaginario que Gustabo había creado para evitar aquella soledad, ¿verdad?. Para defenderse, para mostrar otro lado de si mismo que temía enseñar. Pero desde lo más profundo de su consciencia, quería estar vivo, lo necesitaba, necesitaba sentir esa libertad de la que Gustabo siempre podía disfrutar.

Él no quería ser así, pero no era culpa suya. Había nacido para ser el malo, para ser un ser asqueroso y que debía desaparecer. Pero cuando lo miraba desde otro ángulo podía ver aquellos recuerdos en los que vivía en paz junto a Gustabo a pesar de sus diferencias. Protegiéndolo, aconsejándolo, dandole todo el cariño que jamás pudieron darle.

Sus ojos se enrojecieron levemente al igual que sus mejillas por donde caían lágrimas que no podía retener. Eran rios caudalosos sin una salida ni un final, sin una razón ni un por qué.

—No... –su voz temblaba ligeramente al mismo tiempo que lo hacían sus manos sosteniendo la pistola sin dejar de apuntarlo

—¡Deja de mentir! –cargó la pistola mientras retrocedía unos pasos, llevando el rumbo del posible disparo justamente entre las cejas del otro.

—¡Yo nunca miento! –se levantó poco a poco. Quedándose de pié– Pogo... Tú deseas ser libre, ¿verdad? Pero es que ya lo eres. ¡Pogo, tu eres Gustabo! Eres él. Todo lo que viví con Gustabo lo he vivido contigo. Eres una parte más de Gustabo, que quiere sentir más cosas, que quiere hablar de más cosas, que quiere hacer más cosas... ¡Que quiere ser libre! ¡Divertirse! Pero es que ya lo estás haciendo. Porque tú eres una parte de Gustabo. Tienes derecho a disfrutar todo lo que Gustabo y yo hacemos. Reírnos, ir a la piscina, ir a garaje central a bailar... Vivir... ¡Tú estás vivo! No necesitas que yo te lo diga...

Sacrificio de Mentiras [GtaRp] • Terminada •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora