34. ✻

566 76 10
                                    

Pasaron varias horas y alguien entró en la habitación de Gustabo, concretamente un doctor, acompañado de dos ayudantes. Ambos se acercaron lentamente y agarraron a Gustabo por los brazos sin intenciones de hacerle daño

—Lo siento Gustabo. Es hora del primer día de la medicina.–susurró mientras se acercaba con la aguja.

Aquello le había pillado realmente de imprevisto, se había quedado medio dormido del aburrimiento que tenía. Y cuando lo tomaron de ambos brazos se sorprendió tanto que dio varios botes en la cama

—¿Qué? ¡¿Cómo?! ¡Me niego a empezar con eso! ¡Estoy bien! –comenzó a decir mientras se movía en la cama tirando de ambos brazos para tratar de zafarse.

Viendo que era imposible optó por tirarse al suelo, haciendo que el hombre que sujetaba uno de los brazos no alcanzara a sujetarlo a esa distancia. Cuando tuvo un brazo libre se levantó rápidamente y aprovechando que el otro estaba distraído estiró fuertemente zafándose por fin.

Los ayudantes cerraron la puerta con llave para que no hubiera posibilidad de escapar. No querían que Gustabo lo viera como algo malo, pero temían que los primeros días iban a ser así.

La lucha por mantenerlo quieto y administrarle la medicina fue dura, muy dura, pero finalmente lo lograron, acabando por inmovilizarlo en el suelo, ese fue el momento donde el médico aprovechó para acercarse con la jeringa.

—No te preocupes. No te va a hacer nada. –lo clavó lo más lento que pudo

—¡Ah! ¡Para, para, para! –gritaba mientras se movía como podía en el suelo. Hacia tanto que no le ponían una inyección que le recordaba a hace unos años cuando ocurrió todo.

—Tranquilo Gustabo, de verdad. Todo estará bien.–susurró mientras lentamente le inyectaba el líquido– Al principio actuará como sedante, así que relájate.

—¡Ah! ¡No! ¡Aparta, aparta! –gritó mientras apretaba los dientes con rabia moviéndose en el suelo lo que podía para tratar de zafarse de ese agarre. Aunque ya era muy tarde para ello, ya se la había puesto y el tratamiento había vuelto a comenzar.

—¡A-A Pogo no le gusta esto! –gritaba mientras suspiraba de forma agitada.

[...]

Mientras tanto, Horacio estaba con la psicóloga que le había tocado. Le habían prácticamente arrastrado a el lugar.

Horacio fue sincero y le contó todo lo que pasó. Le tuvieron que poner también una medicina bastante diferente, pero solo relajaba algunas partes de su cerebro para que no fuera tan hiperactivo con las alucinaciones.

—Horacio.–llamó un médico.– Quizás debas acompañar a tu hermano... Acaba de empezar el tratamiento.

Horacio abrió los ojos y fue corriendo hasta la habitación de este. Abrió la puerta viendo como los medicos soltaron el placaje que habían hecho con Gustabo en el suelo para aplicarle la medicina. Daba más problemas que un niño de cinco años.

—Gustabo –se acercó corriendo y lo abrazó con cuidado– ¿Estás bien?

—Agh... –se quejó todavía en el suelo. No tenía ninguna fuerza para levantarse

—¡H–Has llegado tarde! –gritó con cierto drama mientras trataba de apartarlo un poco sujetándose su propio brazo

—Estaba encerrado en la habitación de la psicóloga –dijo preocupado– No podía hacer nada. Además aunque hubiera estado, no tendría ninguna oportunidad de salvarte

—Ayudame a, a ponerme en la cama –le dijo mientras trataba de levantarse poco a poco. Le dolía bastante el brazo por aquél pinchazo.

Horacio asintió y lo llevó lentamente hasta la cama.

Sacrificio de Mentiras [GtaRp] • Terminada •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora