51. ✻

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Unas horas antes...

Horacio se levantó con un gruñido. Alguien estaba tocando a la puerta y al timbre mil veces.

—Te dije que... –levantó un poco la mirada, viendo a aquél tipo que se parecía bastante a Gustabo desde dentro, aunque ahora que lo veía bien, lo único parecido era el pelo. Seguramente lo vio mejor el otro día por la borrachera.

—He tenido mucha suerte... –sonrió apuntándolo con una pistola– de llevar un localizador en la cartera que me robaste.

—¿Qué? Amigo. No quiero saber nada, solo fue un revolcón.

—Parece que no entiendes la gravedad del asunto.

Horacio se tensó y levantó lentamente las manos.

—Sabía que eras una pequeña zorra de esa mafia. Es nuestra principal enemiga. –dijo el tipo agarrándolo con fuerza del cabello, seguidamente tiró de él, metiéndolo en su propia casa.

Horacio estaba intentando asimilar lo que estaba diciendo. Era de los tipos que aún se creían que estaba en esa mafia por acostarse con ese jefe.

—¡Y-Yo no estoy en esa mafia! Solo me acosté con el Capo de esa. –trató de defenderse agarrándole la muñeca, pero el otro le dio un culatazo justo en el nariz, haciéndole una pequeña brecha y cayendo al suelo.

—Te voy a meter la puta pistola por el culo y voy a disparar, voy a hacer un pincho moruno con tu cuerpo. –amenazó apuntando.

Horacio empezó a retroceder, hasta que chocó contra una pared. El otro lo agarró del cuello con fuerza y lo elevó, le apretó tan fuerte que probablemente le dejaría moratones en su cuello.

—Mira como se escurre la pequeña ratita... –apuntó con la pistola a su miembro– ¿Qué pasa? ¿Quieres llorar? Te voy a enseñar a llorar de verdad. –cargó el arma, pero antes de disparar Horacio le dio una patada, mandando está a volar.

Eso lo hizo soltarlo, empezó a toser sin apenas poder respirar. Solo le dio tiempo a ponerse de pie, ya que el otro empezó a darle puñetazos. Se intentó cubrir como lo hacía estando de policía, esquivando lo que podía.

Horacio empezó a golpear al otro también, tratando de defenderse, pero el otro le superaba de altura, y eso hacía mucha diferencia. Horacio agarró la cabeza del otro y la estampó contra la encimera haciéndola sangrar, el otro hizo lo mismo solo que dándole una patada en el tobillo.

Volvió a estamparlo contra la pared y empezó a sonreír.

—Tú serás el pequeño aviso para que vaya con cuidado... –comentó el tipo.

Horacio le dio un puñetazo por debajo del mentón y cayó al suelo. Agarró el arma mientras que sus manos temblaban. Disparó al techo como aviso para que el otro lo tomase en serio.

—¡ATRÁS, O DISPARO! –gritó alejándose.

Tenía un ojo morado, una brecha en su cabeza, su nariz sangrando y su labio partido

—No lo vuelvo a repetir, ¡yo no soy la persona que buscas! Solo me acosté una vez con ese tipo, todo el mundo empezó a hablar y me reconocen por eso pero yo JAMÁS trabajé para ellos. De hecho... De hecho soy... –tragó saliva– Soy policía...

—¡¿Un madero?! –frunció el ceño acercándose con velocidad.

Horacio empezó a correr por las escaleras hacia arriba, pero el otro le agarró el tobillo y tiró de él para estamparlo contra la pared. Horacio apuntó con la pistola, sus manos temblaban.

Sacrificio de Mentiras [GtaRp] • Terminada •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora