13. ✻

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Conway tampoco quería decir más. Él sabía perfectamente que Gustabo podía cambiar si quisiera, y tener una mejor vida, pero él nunca ha querido hasta ahora, nunca había optado por el camino más adecuado, legal, humilde. Su orgullo iba por encima de todo, así que simplemente da igual lo que dijera, el nunca querría hacer nada al respecto.

Su teléfono volvió a sonar de forma inesperada. Lo tomó con algo de rabia.

—Qué coño pasa ahora

—Zuper ehm... El horasio sascapao, viene hacia la comisaría.

—¿Como dices? –Pero antes de que el rubio pudiera responder detrás de la línea, el nombrado entró por la puerta.

—Estoy de servicio jefe. Espero asignación. –hizo un saludo con una sonrisa algo tímida

El mayor se quedó mirándolo fijamente

—Horacio, qué cojones estás haciendo. Tú no puedes estar aquí.

—YO SI PUEDO. –dijo en alto. Se le notaba bastante enojado por todo lo que estaba pasando. Es normal tener esos sentimientos ahora, ya que había perdido algo muy valioso para el.

—Mira, saca el puto culo de mi despacho, vas a hacer lo que te salga de los cojones de todas formas. Así que ve a la zona de entrenamiento, y empieza a disparar. Si el brazo te duele, paras. Y es una orden.

Dicho esto, el de la cresta desapareció.

Conway suspiró con pesadez mientras crujía su cuello. No era la primera vez que pasaba esto mismo que había hecho Gustabo, pero tenía bastante información, la suficiente como para estar preparados. Tenían varios nombres y localizaciones. Simplemente debían aguantar un poco más.

[...]

Emilio lo miró con cierta preocupación mientras ladeaba ligeramente la cabeza.

—Estás bien, ¿Gustabo? –preguntó

Gustabo asintió con la cabeza mientras se pasaba una mano por la cara. Aquella sensación que había sentido de gran impotencia y leve... ¿mareo quizás? Le recordaba a muchas cosas, muchas cosas que ya tenía superadas y no quería volver a traer a la actualidad, muchas cosas que únicamente Horacio y él sabían. Y no era muy agradable a decir verdad. Después de muchos años sentía aquella incomodidad de nuevo, y todo por todo lo que estaba pasando.

—Estoy bien, pero creo que no todo irá bien como tal. –dijo

—¿Cómo? –preguntó confuso Emilio mientras lo tomaba del brazo– lo mejor por ahora es informar a los demás de todo lo ocurrido, no podemos esperar hasta mañana cabrón.

Soltó su brazo y agarró el teléfono enviando mensajes urgentes al resto de la mafia.

—Emilio, es mejor que quedemos mañana, no creo que haya muchos ahora mismo en servicio, son más de las una –le dijo este bostezando mientras le apoyaba una mano en el hombro.

—Mañana quedamos, me mandas ubi. –añadió.

Emilio suspiró para tranquilizarse ya que le preocupaba que fueran a tener cualquier ataque de sus enemigos sin estar preparados. Sobre todo porque según le había dicho Gustabo, Horacio ya había informado de todo lo sucedido a un superior.

—Está bien, vete y descansa Gustabo. No seas un joto y te quedes hasta tarde que mañana haremos algo importante

—De acuerdo –se despidió del mexicano asintiendo mientras volvía hacia la zona de antes, posteriormente bajando por la ladera de la montaña y caminar hasta su casa.

Sacrificio de Mentiras [GtaRp] • Terminada •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora