26. ✻

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Pasaron varias horas, muchas horas hasta que el sol empezó a salir poco a poco. Gustabo se despertó rápidamente al recordar lo que tenía pensado hacer en el día de doy, así que se levantó poco a poco sin hacer mucho ruido y salió de la habitacion. Se arregló medianamente y salió de la casa en silencio y sin hacer mucho ruido.

Horacio se retorció y siguió durmiendo sin percatarse de nada. Así pasaron unas horas más y cuando este se levantó, Gustabo no estaba, por esa razón, optó por llamarlo.

—¿Gustabo? ¿Donde estás?

Este tomó el teléfono. Iba en el coche de Horacio de vuelta a su casa. Había tenido que romper la ventanilla para poder entrar en él, pero bueno, un pequeño detalle sin importancia.

—Abre –dijo sin más. Después simplemente colgó.

Aparcó el coche fuera y se colocó en la puerta con una gran caja enorme. Llamó al timbre y esperó. Horacio obedeció. Abrió la puerta viendo su coche roto y a Gustabo con una caja grande.

—Gustabo... Mi coche. –gimoteo para fijarse en lo que el otro tenía en las manos– ¿esta es la sorpresa? –preguntó curioso

—El coche no te preocupes, ya iremos al mecánico. Si es que queda alguno –rió mientras entraba. La caja pesaba bastante.

—Vamos al salón –dijo mientras caminaba con ella para dejarla en el sofá

—Tienes razón –susurró riéndose. Acompaño a Gustabo al salón, mientras veía como la dejaba.

—¿Lo abro?

—Exactamente. –le dijo mientras se apartaba para que lo abriera él mismo.

Horacio lo abrió lentamente, estaba bastante nervioso, no tenía ni idea de que podía ser.

Y en cuanto lo hizo, un pequeño caniche más pequeño que el que antes tenía comenzó a saltar en la caja con mucha emoción. Era una cría bastante adorable, pesaba mucho menos que el anterior.

—He recorrido tooodas las tiendas hasta que he dado con un sitio de adopción donde tenían cachorros. Me he quedado sin fondos pero... Creo que valió la pena. ¿Te gusta o qué? –le dijo

Horacio se quedó en shock. Miró atentamente ese pequeño perrito que no paraba de saltar.

—Hey... Chiquitín... –susurró agarrándolo. Inconscientemente Horacio se empezó a emocionar, pero fue fuerte para no empezar a llorar– Es increíble Gustabo. Eres la mejor persona que tengo en mi vida. –Dejó al pequeño perrito en el suelo y abrazó a Gustabo con fuerza– Eres lo puto mejor del mundo. Gracias, gracias, Gustabo.

Este sonrió y le devolvió el abrazo.

—Venga hombre... Que no ha sido nada. Eso si, la ventanilla si que la pagas tú, estoy sin un duro –rió

Horacio le pellizco con fuerza la nariz.

—Eso por la ventanilla –frunció el ceño– Pero... Como es nuestro perrito, ¿cómo lo llamamos? –susurró mientras cogía al cachorro en brazos otra vez.

—¿Nuestro? Te lo he regalado a ti –aclaró mientras le daba un pequeño codazo

—Lo sé. Pero, no sé. Es como nuestro. Así es especial –sonrió mientras jugaba con él a que le mordiera la mano sin apretar– Es muy juguetón.

—Y que lo digas... No sabes el mareo que me ha dado para traerlo aquí. Llamalo como tú prefieras, no soy muy bueno en los nombres, la verdad –dijo sentándose en el sofá

Horacio sonrió mientras lo dejaba en el suelo y empezó a corretear por la casa.

—Quizás lo llamo Nube. Aunque es muy típico, pero no soy bueno en los nombres tampoco.

Sacrificio de Mentiras [GtaRp] • Terminada •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora