70. ✻

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Horacio se sentó junto a la pared y suspiró con cansancio.

—¿Por qué tengo que estar de nuevo metido en mafias? –susurró abrazando sus piernas y apoyando su cabeza en estas.

Gustabo se quedó paseando dando vueltas y vueltas por la sala. La luz no llegaba hasta el fondo de la celda, así que había una zona que estaba sumida en completa oscuridad

—Bueno, quizás sea el destino –susurró girándose a mirarlo– debes de cambiar el chip a partir de ahora para que no pase de nuevo. –Le dijo señalando su propia cabeza dando pequeños golpecitos suaves

—Pero es que yo no sirvo para esto, Gustabo. –susurró– Ya lo sabes, yo no puedo hacer estas cosas. Soy blando en la mafia, soy blando en el CNP y CNI. –susurró por si alguien escuchaba– Este trabajo, bueno, es fácil. Pero, ¿qué pasa si después no me dejan irme? ¿Me matarán porque sé demasiado? ¿Qué pasará? Yo solo quería estar tranquilo en mi casa.

El rubio se cruzó de brazos y caminó hacia él lentamente, apoyándose en la pared en la que él estaba.

—Eso ya lo sé, y me he dado cuenta. Pero bueno, no puedes hacer otra cosa que aceptarlo y no negarte a nada.

Horacio cerró los ojos con cansancio.

—Al menos no me han pedido matar a nadie. –musitó, tumbándose en el suelo.

—No hables tan pronto, Horacio. Ya los has escuchado, creeme que estarán dispuestos a pedir lo que sea –como él estaba de pie, apoyó su mano en la cabeza del otro, acariciándolo lentamente mirando hacia el frente

—Si hay que hacerlo no te preocupes que lo haré yo por ti, así al menos podrás dormir tranquilo.

Horacio asintió con lentitud mientras un par de lágrimas caían. Estaba encerrado de nuevo, en contra de su voluntad, en una prisión. Volvía a sentirse como en la mafia, en el CNI, y en el hospital, se sentía forzado, forzado a ser algo y a hacer algo, siendo recordado que no vale para nada y que solo piensa en sentimientos. Humillado de nuevo con impotencia de no poder ser él mismo porque era muy pequeño para los demás.

Simplemente cerró los ojos y trató de dormir antes de que sus alucinaciones vinieran.

—Venga, descansa, todo saldrá bien –Gustabo le dio varios golpes en la cabeza lentamente mientras fruncía el ceño sutilmente.

—No lo permitiré –susurró sentándose en el suelo a su lado.

El rubio apoyó la cabeza del otro en su hombro y acarició su cara destrozada con delicadeza. Cerró sus ojos y seguidamente apoyó su cabeza con la contraria

Pogo no lo permitirá –susurró hasta finalmente quedarse dormido junto a él.

Horacio por alguna razón se sintió con más calma. Estaba seguro de que tendría alucinaciones, pero gracias a la compañía de Gustabo se sentía más calmado.

Por primera vez no se sentía solo en un lugar encerrado.

[...]

El descanso fue reparador. Cuando empezó a abrir los ojos se sintió mejor. Miró hacia Gustabo con una sonrisa y cerró de nuevo los ojos. Llevó sus brazos a su cuerpo en un abrazo, acurrucandose. Se sentía cómodo, y en ese lugar sabía que lo único reconfortante era él. Con Gustabo a su lado se sentía protegido, y haría lo que fuera por estar junto a él.

Gustabo después de un par de horas se fue despertando poco a poco. Se frotó los ojos con ambas manos y relamió sus labios suavemente.

—Joder... Esta posición no debe ser buena para la espalda –se quejó acomodándose mientras miraba a Horacio.

Sacrificio de Mentiras [GtaRp] • Terminada •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora