Malditos Mortales

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Everette.

Estar en un cuerpo fisico siempre es peculiar. Se siente como tener algo encima, jamas logro entender por completo la sensacion o acostumbrarme a ella. Llegar al reino de los mortales es, como siempre, algo insufrible. Respiro sus deseos, sus penamientos macabros, la mayor parte de estos reprimidos.

Comienzo a sentir el dolor punzante de mi pecho, es leve pero soy consciente de que sera persistente y empeorara con el tiempo. Estos son los momentos en los que mas desprecio los efectos de la marca. La dependencia permanente de otro ser me hace sentir totalmente incompetente y debil. De alguna forma siempre logro reprocharme por esto, siento que si fuera lo siuficientemente poderoso la marca no tendria mas efecto que conectarme a Aisha, no limitarme sin ella.

" Una mortal sera tu guia, es conocedora de todos los reinos, es mas sabia que varios de los inmortales que conozco. Trabaja con ella Everette, escuchala y no te quedes solo. Se que no seras tu mismo alla, mas si tu alma se queda con nosotros."

Las palabras de mi madre resuenan en mi mente.

Cada vez me doy cuenta que hay mas idioteces que desconocia. ¿Una mortal conocedora de la exitencia de los tres reinos? Se supone que los mortales no pueden saber nada al respecto, su simple pecado los condena, el pecado de existir, ¿ahora tambien manejan el pacado de conocer?

La idea de estar en este lugar solo tampoco es de mi agrado, por supuesto que no. Pero no podia arriesgar a Asmodeo y a Shameena, arrastrarlos conmigo no era una opcion, ambos fueron verdaderamente consumidos por la luz del reino Celestial. Se muy bien que trataban de ocultarme su debilidad y su agonizante dolor cada vez que la luz los tocaba. Shameena no toleraria las miradas imprudentes de los mortales, quienes unicamente se guian por las apariencias.

Asmodeo tendria que lidiar con su desesperado deseo de volver a la normalidad, su energia habria sido consumida aun mas rapido, dejandolo completamente vulnerable.

Asi que ahora me limito a caminar entre los humanos, cada uno de ellos guiado por su moral, otros por deseo o ambicion, algunos por el simple hecho de vivir cada dia de la mejor manera posible, solo sobreviviendo. Era dificil no saber lo que ellos quieren, de igual manera es abismalmente dificil no destruirlos por mero placer. Su respiracion me parece insufrible, ellos simplemente sacan aire una y otra vez. Es idiota, ¿por que lo hacen?

Nada de lo que hacen tiene sentido.

- Dijeron que seria facil reconocerlo.- me detengo de golpe cuando se que esa voz se dirige a mi. Me volteo y la veo de pie a unos cuantos pasos de distancia. - Veo que tenian razon.-

Por unos segundos casi olvido que una humana me guiaria, si es que siquiera puedo llamarlo asi.

- Supongo que eres tu.- menciono friamente, no intento ser cortes, el simple hecho de que sepa quien soy me parece enfermizo. - La humana...-

- Soy Viviana.- sonrie levemente y se acerca. - Puede llamarme Viviana, su majestad.-

¿Que?

-Viviana.- digo, ignorando su intento de amabilidad y ando un paso atras. - Me gustaria saber como es que siquiera te consideras digna de saber sobre la existencia de los seres superiores.-

- Siempre he sabido sobre ustedes.- se encoge de hombros, como si fuera lo mas natural del mundo, su gesto me irrita. - Desde que soy muy joven escucho cosas.-

Ah, la tipica historia de los humanos que tienen una conexion con los reinos, algunos con el reino Celestial y otros con el reino Demoniaco. La mayor parte de ellos terminan consumidos por la locura, se les considera anormales y si no me equivoco, son encerrados en lugares especiales. Pero esta criatura parece todo lo cuerda que un mortal puede estar.

Pasión InfernalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora