Las normas del Infierno

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Aisha.

- Este lugar es enorme.- comento sorpendida mientras sobrevolamos parte del infierno.

- Eso es gracias a los humanos, debo reconocer. Vienen tantos que a sido necesario hacer ampliaciones.-

- Diria que no me sorprende.- digo por bajo.

Usa unicamente su mente para elevarme junto a el, me da una idea de cuan poderoso es. Veo su perfil, su mandibula marcada lo hace verse imponente, su tez morena se mira tersa, sin ninguna imperfeccion, sus labios son delgados pero tentadores, te hace pensar en todas las cosas que podria hacer con ellos. Su cabello es rizado, castaño oscuro, al igual que sus ojos. Sus orejas son pequeñas, dando un toque de mayor delicadeza a su rostro, su nariz respingada lo hace ver como un dios, todo el es increiblemente hermoso, su cuerpo no se queda atras.

Sus manos son increibles, puedes ver sus venas marcadas, como si hiciera ejercicio por horas, simplemente con ver sus manos ya te das una idea de como es su brazo, muy fuerte, a pesar de que lleva una camisa de botones negra, notas los musculos de su pecho. Recuerdo la sonrisa que me dirigio hace poco, a pesar de que era burlona, pequeños oyuelos se formaron en sus mejillas y sus ojos se achinaron, sus dientes se encontraban perfectamente alineados y eran tan blancos como la nieve.

Me pregunto como sera su lengua...

-¿Podrias dejar de observarme asi?- dice sobresaltandome y haciendome caer en cuenta que llevo ya bastante tiempo observandolo fijamente.

- Lo lamento.- bajo mi rostro, no se si las almas pueden sonrojarse, pero estoy segura que si ese es el caso, me encuentro como un tomate en este instante.

-¿Te gusta lo que ves?- sonrie con malicia.

Resoplo y ruedo los ojos.

- Acabo de enterarme que eres el hijo del Diablo, creo que es justo para mi sorprenderme un poco y sentir curiosidad.-

-¿Quieres saber porque el infierno es tan caliente? Muy simple, es porque estoy aqui abajo.- me guiña un ojo.

Trato de luchar contra la boba sonrisa que amenaza por apoderarse de mi rostro. Hace apenas unos minutos yo estaba viva, convivia con humanos y todo era normal, ahora estoy en el infierno y me doy cuenta que los demonios son las criaturas mas condenadamente sexys del planeta.

Mucho para procesar.

- Veo que eres muy sobervio.- comento.

- Solo soy honesto.- se encoje de hombros. - Es gracioso ver como los humanos se dejan llevar mucho por las apariencias.-

-¿A que te refieres?- alzo una ceja.

- Tu misma lo dijiste, acabas de enterarte que soy el hijo del Diablo, sin embargo estas violandome con la mirada. Tus instintos humanos aun se encuentran demasiado presentes. Con el tiempo notaras cuan debil te hacian.-

- Por lo visto, odias a los humanos.-

- Son tan poca cosa que no son utiles ni siquiera para ser odiados.- hace una mueca de asco.

-¿Alguna vez has matado a uno?- inquiero expectante.

Parece meditar por unos segundos antes de responder.

- Algunos.- añade finalmente. - Pero son una perdida de tiempo. Son como las cucarachas, las persigues y corren hacia cualquier direccion, presos del panico.- rie levemente de forma siniestra. - Sus gritos son placenteros, debo admitir.-

- Eres muy retorcido.- hago una mueca.

- Gracias.-

Silencio.

Pasión InfernalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora