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Everette.

- Realmente creo que deberías quedarte a descansar un poco más.- aseguro.

Aisha me observa irritada y niega.

- Soy perfectamente capaz de acompañarte.- se cruza de brazos.

- Hablas como si fueras capaz de defenderte.- la fulmino con la mirada.

Lleva en cama lo que son dos días en el reino humano, le e dado mi sangre constantemente y según Aisha ya se encuentra perfectamente luego de ingerir alimentos humanos accidentalmente. Le advertí que se mentuviera alejada de estos a partir de ahora, ella accedió facilmente lo cual es muy poco común en ella, sin embargo ahora esta aquí insistiendo en que puede ir junto a mi a buscar a la bestia infernal perdida, ya hemos perdido demasiado tiempo.

Nunca pensé que traer acompañantes resultaría en demasiados contratiempos. Uno de ellos en definitiva es la reciente marca de Shameena y Asmodeo, quiénes estan pasando por su etapa lujuriosa.

¿Que digo?

Esa etapa jamás se acaba, yo mismo ardo de deseos de arrancarle a Aisha cada una de las prendas que lleva y hacerla mía de todas las formas posibles. Sin embargo me niego a sucumbir por completo al control de la marca o al efecto que mi alma pueda tener en mí.

- Iré.- repite.

Paso mi mano por mi cabello con exasperación y lo alboroto.

- Verdaderamente odio cuando eres tan terca.-

- Tu no eres mi jefe.- dice con seguridad.

Una sonrisa maliciosa se apodera de mí y me acerco a ella lentamente.

- Pero soy tu dueño.- le recuerdo. - Soy dueño de cada parte de tu cuerpo, eres completamente mía.-

Ella parpadea atónito.

- Solo porque tengo tu marca.-

Golpe bajo.

- Podría hacer que cedieras con tanta facilidad.- paso mis manos a lo largo de su brazo y las subo hasta su cuello, con mi dedo hago pequeños círculos en esta zona. - Te gusta provocarme.-

- Eres un fastidio cuando estás enojado.- suelta a modo de autodefensa.

- Soy un fastidio de todas formas, y eso es porque te niegas a dejarte llevar, dejaré de ser un fastidio cuando nos poseamos mutuamente por completo.- me inclino y muerdo el lóbulo de su oreja con tanta fuerza que un rastro de sangre sale de este.

La saboreo lentamente.

Deliciosa.

- Basta.- susurra.

- A pesar de haber tomado mi sangre, la tuya aún no es oscura, tu sangre aún es pura. ¿Que tanto tengo que corromperte, querida?-

- Everette, esto no es gracioso.- asegura.

Me separo y su mirada azul choca con la mía. Sus ojos están teñidos de pánico, pero muy en el fondo veo esa chispa que la consume.

Deseo.

- Realmente quiero volver pronto a casa, solo estaremos tu y yo.- guiño un ojo.

- Ahora estamos solos.-

Río al ver cuán rápido cambia de opinión.

Me inclino y aspiro el aroma de su cuello, ella toma la parte trasera de mi cabeza y tira levemente de mi cabello.

- Sé que dije que lograría que no gritaras mi nombre, pero en realidad es lo que más ansío escuchar, es por eso que quiero estar en casa para hacerte mía finalmente.- dejo un rastro de besos por todo su cuello y su rostro para detenerme y observar sus labios. - Pero claro, siempre puedo darte un adelanto.-

Pasión InfernalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora