Las Tierras de Más Allá

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Everette.

Llanto.

Aisha lleva como media hora llorando sin parar.

¿La causa?

Esta en el infierno.

Esta es otra razon por la que lidear con almas humanas es un fastidio, les cuesta tanto adaptarse al cambio que pasan un largo tiempo lamentandose. Solo los humanos se lamentan por ser inmortales.

-¿Podrias callarte?- inquiero exasperado.

Ella alza sus ojos azules repletos de lagrimas y me observa suplicante.

¿Que espera? ¿Que la saque de aqui?

No controlo quienes vienen a parar aqui, no es mi problema.

- No tienes compasion.- murmura con la voz debil.

Me enferma.

- Oh vaya, asi que esperabas que podias ser mala toda tu vida, luego vendrias a parar al infierno y los demonios te tendrian compasion al ver tu pequeño berrinche. Lo siento, dificilmente tengo piedad de quien merece un castigo.-

-¿¡Como sabes que merezco ser castigada!?- chilla desconsolada.

- Muy sencillo, estas aqui. Nadie viene a parar aqui por mera casualidad.-

Se supone que tendria que estar supervisando cientos de cosas al no estar mi padre, pero en lugar de eso me encuentro aqui, de pie frente a un alma lamentandose mientras muchos espectros nos observan con incomodidad.

- Quiero ir a casa...- suplica colmando mi paciencia.

-¡Ya no tienes una casa a la cual volver, maldita sea! Ahora estas aqui, ahora eres un alma que se convertira en demonio. ¡Deja de lamentarte! Es realmente patetico que creas que solucionaras algo de esto con lagrimas.-

-¡Eres un monstruo!- chilla.

-¡Acostumbrate! Porque a menos que tu aprendas a ser feliz, nada de esta situacion cambiara, si no te conviertes en demonio o al menos haces el esfuerzo, te arrojare al rio de almas perdidas y te quedaras ahi por toda la eternidad.-

- Nunca dejare de ser humana.- declara observandome directo a los ojos.

La repulsion inunda mi cuerpo y retrocedo un paso.

- Entonces no te quiero cerca de mi.- digo firme. - No quiero nada con humanos y veo que tu insistes en tener la estupida mentalidad de uno, asi que alejate de mi.-

Me volteo y la dejo en una de las avenidas mas concurridas del infierno. Me materializo lejos, sintiendo la irritacion apoderarse de mi, soy muy conciente que cuando eso pasa no es adecuado que me encuentre cerca de las demas entidades.

Aparezco en la morada de mi padre, una enorme fortaleza con cierto amague siniestro.

Acogedor.

Al sentir mi presencia sus almas cautivas se presentan ante mi.

- Bienvenido seas, amo.- hacen una reverencia.

- Mi padre no esta en el infierno, por ahora yo me hare cargo.- les aviso entrando en el lugar.

Mi padre tiene cierta fascinacion por el arte antiguo que llega a ser un tanto peculiar, su estancia esta repleta de estatuas de el reino humano, la mayor parte de ellas son de como suponen que se ven los angeles caidos.

Un poco exagerado, diria yo.

Todo el lugar parece un castillo medieval, iluminado por antorchas y muebles antiguos, el ala este es una prision para las mas grandes escorias del infierno, es por eso que esta bajo llave. Este lugar es bastante similar a un laberinto, creado para guiarte hasta tu peor pesadilla.

Pasión InfernalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora