Everette.
Las garras de un demonio son una de nuestras mejores armas, cada una de ellas es única y son completamente inquebrantables, poseen un veneno que varia según el demonio, algunas pueden paralizar por horas, otras pueden hacer experimentar la más profunda de las agonías, mis garras pueden hacer lo que yo desee, puedo simplemente despedazar una y otra vez a los demonios, luego espero a que estos se regeneren y los destruyo una vez más, resulta algo muy relajante.
Cosa que estoy considerando llevar a cabo en este instante.
- Muy bien, podemos hacer esto muy fácil, ustedes me dicen que demonio permitió que la bestia fuera liberada, yo voy y me ocupo de él y ese será el fin de este malentendido, o podemos hacerlo a mi manera.- sonrío con maldad.
Tengo frente a mi a todos los guardias de las celdas demoniacas, la única forma de que un celestial haya logrado liberar a la bestia es que alguno de ellos se lo haya permitido, y me encuentro completamente dispuesto a averiguar quién lo hizo.
- G-gra-gran amo oscuro, le juro que nosotros jamás...-
-¡Silencio!- interrumpo. - Espero que no estén insinuando que me equivoco.-
- Jamás, gran amo oscuro.- dicen al unísono.
Todos se encuentran de rodillas sobre el suelo con su mirada baja, veo como su energía demoniaca es irregular a causa del temor.
- Me siento muy confundido.- reconozco luego de observalos.- Confiaba plenamente en que la existencia de cada demonio en el Infierno se centraba en el placer de ver a las almas humanas agonizar. Es por lo que cada uno de nosotros existe, mi padre se a encargado de darle a cada demonio su lugar, sin embargo ahora me entero que alguien colabora con un celestial para así derrocarlo.-
- Le puedo jurar por mi marca, gran amo oscuro, que ninguno de los presentes a tenido contacto alguno con celestiales desde hace milenios, respetamos la autoridad de Lucifer y nos sentimos muy agradecidos de ser regidos por él, le ruego que reconsidere las variables. Tal vez existe alguna otra forma de que el celestial haya logrado llegar hasta aquí.- me dice el jefe de la guardia demoníaca.
Variables.
Una de ellas, podría ser que la seguridad del Infierno falló, algún celestial logró entrar sin levantar sospechas y así liberar a la bestia, pero me niego rotundamente a siquiera considerar eso.
La seguridad del Infierno no puede ser simplemente evadida.
- Creo que sería injusto simplemente depositar todo este asunto sobre ustedes.- reconozco. - Sin embargo, podría considerar remover sus privilegios de custodiar a las bestias Infernales, ya que este incidente se dio bajo su supervisión.-
- Le suplicamos que no lo haga, amo oscuro.- sus voces tiemblan.
- Talvez pueda considerar desmembrarnos.- sugiere uno de ellos con entusiasmo.
Ese sería un castigo entretenido, pero en realidad no puedo darme el lujo de arrancar sus miembros por ahora, tengo que reportar los acontecimientos a mi padre de inmediato y dar a conocer la noticia de la intensión de derrocarlo.
- Lo dejaré pasar por esta ocasión.- murmuro desganado.
- Es usted un ser vil y despreciable, gran amo oscuro.- se arrodillan con agradecimiento.
- Guarden sus elogios, asegúrense que esto no vuelva a pasar.- ordeno para alejarme del lugar y así dirigirme a la morada de mi padre.
- Que la oscuridad se encuentre en su camino.- dicen todos.
- Y guie mi destino.-
Me concentro en materializar a la bestia Infernal en su celda, donde puede ser libre y a la vez contenida.
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Pasión Infernal
Romance¡Bienvenido al infierno! El purgatorio está a la derecha, el salón de almas malignas a la izquierda y... Mejor dejo que lo recorras por tu cuenta. Solo ten cuidado, nada es lo que parece, nadie es completamente bueno aquí. ¿Has sido malo? Por estas...