Asmodeo.
Abro los ojos con dificultad y siento el dolor atravesar cada parte de mi cuerpo. Por un instante me lleno de pánico al imaginar que algo pudo pasarle a Shameena. El sentimiento me abandona al instante al notar sus caricias en el cabello. Me encuentro en su regazo y desde donde estoy, puedo verla con la vista al frente y una mueca de disgusto.
El recuerdo de Muerte liberando su energía demoniaca hacia mi me sacude.
Maldito demonio de cuarta...
¿Cómo se atreve a hacerme perder la consciencia? Si no nos encontráramos en el reino de los Mortales ya habría corrido a devolverle el gesto.
-¿Que ocurre?- inquiero con voz débil, sin pretenderlo. Shameena baja la mirada y observa mi rostro, muy en lo profundo puedo notar como su expresión se suaviza. Se que ella lo odia mas que nada en los tres reinos, pero se que tampoco puede evitar esas reacciones.
Encadenada a mi por toda la eternidad...
- Nada en particular, el simple hecho de estar aquí, rodeada de patéticos e insignificantes humanos ya me da razones de sobra para estar de mal humor.- se encoge de hombros.
Una sonrisa burlona se posa en mis labios haciendo que ella entrecierre los ojos alerta, sabe muy bien que estoy a punto de decir algo que no le agradara.
- Creo que en este caso en particular, una humana en especifico es la causante de tu mal humor.- suelto, importándome muy poco lo mucho que la pueda hacer rabiar mi comentario.
Puedo sentir como sus garras demoniacas se asoman y araña mi cráneo. Suspiro satisfecho y de un segundo a otro, Shameena me empuja con fuerza lejos de su regazo, haciéndome caer al suelo de la pequeña sala de estar.
- Púdrete en el cielo.- se incorpora y camina furiosa fuera de la casa, azotando la puerta a sus espaldas.
Sin duda alguna, me fascina de manera enfermiza hacerla rabiar.
Me incorporo rápidamente y sacudo un poco mi ropa antes de seguirla. Después de todo, tiene una pésima orientación en este reino. Afortunadamente mis ojos dan con ella luego de abrir la puerta, veo como da pisadas furiosas en dirección contraria a la casa donde nos encontramos. Puedo sentir su rabia como si fuera la mía, realmente esta furiosa.
De un segundo a otro me posiciono junto a ella, sus ojos chocan con los míos, veo que tienen un color rojizo. Los cambiantes ojos de este demonio la delatan antes de que abra la boca.
- Creo que tu mal humor es demasiado en comparación con mi comentario.- alzo una ceja e su dirección y suspiro.- ¿Qué tienes?-
- Te lo dije, estar en este lugar me enferma.- responde con simpleza.
- Sabes que eso no es todo, es ridículo que intentes ocultarlo cuando sabes muy bien que puedo sentir absolutamente todo lo que tu sientes.-
- Oh, entonces sientes lo fastidioso que estas siendo en este momento.- me da una sonrisa exagerada repleta de sarcasmo que me hace entre lamer mis labios.
- Cualquier sentimiento de fastidio queda opacado ante el abismal deseo que sientes por mi.- me encojo de hombros. - Actúas como si quisieras odiarme a cada segundo de tu existencia y el no poder conseguirlo hace que te frustres aun mas.-
- El hecho de que creas que mis frustraciones son a causa tuya demuestra lo arrogante que eres. Déjame decirte algo querido, no todo gira a tu alrededor.-
- Es irónico que seas tu quien lo mencione.- ruedo los ojos con gracia. - Detente ya y volvamos a esa casa, tenemos a un desterrado, nuestra misión esta medianamente completa, es cuestión de tiempo hasta que Everette consiga que hable y revele el paradero de los demás. - Me estiro para desperezarme y paso un brazo sobre sus hombros. - Acabar con ellos será mas sencillo que liberar una plaga para el exterminio de la humanidad.-
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Pasión Infernal
Romance¡Bienvenido al infierno! El purgatorio está a la derecha, el salón de almas malignas a la izquierda y... Mejor dejo que lo recorras por tu cuenta. Solo ten cuidado, nada es lo que parece, nadie es completamente bueno aquí. ¿Has sido malo? Por estas...