La Fortaleza de los Ejercitos Demoniacos

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Aisha.

Era la cosa mas aterradora que habia visto en toda mi existencia, no puedo creer como a ellos les resulta fascinante, tienen la cabeza de un celestial literalmente colgando de la pared.

- Everette...- murmuro por bajo mientras Shameena le relata a Lucifer todo lo ocurrido una vez mas.- ¿Los Celestiales no se molestaran porque hayan desmembrado a uno de los suyos?-

El me da una amplia y sonrisa, mostrandome su perfecta dentadura, sus ojos se achinan un poco a causa del gesto y sus oyuelos se hacen presentes, por un segundo casi olvide cual habia sido mi pregunta. Everette extiende su mano y aparta un mechon de mi rostro, lo coloca tras mi oreja y prosigue a deslizar sus dedos a lo largo de mi cuello con suma lentitud, ocasionando estragos en todo mi cuerpo.

¿Hace calor aqui, o es solo porque estamos en el Infierno?

- Probablemente.- dice con simpleza.

-¿Y eso no supone un factor de riesgo para el reino Demoniaco?-

Rie y se inclina hasta que su nariz roza con la mia, manteniendo una expresion de pura inocencia, pero reflejando picardia en el fondo de sus ojos.

- Escuchate, casi suenas como toda una princesa del Infierno.- me da un rapido beso en la mejilla y se aparta. - No te preocupes, puedo lidiar con este asunto con mucha facilidad, tiendo a ser muy persuasivo.-

Suelto un largo suspiro, mientras trato de normalizar los latidos de mi corazon.

- Esto es serio.- insisto.

Rueda los ojos con leve fastidio antes de responderme, a pesar de todo, aun tiene paciencia limitada.

- Iremos al reino Celestial de todos modos, hay algo que no tiene sentido, si eres una Celestial, al acabar con tu vida humana debiste recibir un soplo de vida divina, lo cual te transporta al reino de los Celestiales, sin embargo estabas en la frontera de la vida y la muerte, que es donde las almas destinadas a ser demonios vienen a parar y todos los espectros condenados al Infierno, utilizare esta ocasion para aclarar todas mis dudas respecto a tu origen y al mismo tiempo me ocupare de resolver los disturbios entre los reinos y las irregularidades con su pueblo.-

-¿Cuando se supone que iremos?-

- Esa es una buena pregunta.- su mirada pasa de mi a su padre y Shameena. - Supongo que ya aclararon los detalles faltantes.-

- Todo indica que el Celestial queria invadir terrenos demoniacos.- la voz de Diablo es tranquila pero imponente, el observa a su hijo con una expresion neutra. - Puedo confiar en que resolveras esta situacion, iria yo mismo pero sabemos que no puedo ir al reino de los Celestiales.-

- Lo se, viste a mi madre hace poco tiempo, aun tienes que esperar para tu proxima visita.- asiente su hijo. - Yo me ocupare de todo, no creo que sea necesaria una junta con los lideres demoniacos.-

- Debemos notificarles y advertirles del ataque.- le recuerda su padre.

- Si me es permitido opinar, considero que es necesario que todo el Infierno se entere de lo sucedido, nos encontramos expuestos a un ataque misterioso y no podemos permitir que los celestiales irrumpan en nuestras tierras sin el concentimiento de la familia real.- habla Shameena.

- Vaya, tu preocupandote por el pueblo.- suelta Everette con ironia. -¿Desde cuando eres tan servicial?-

Shameena le lanza una sonrisa astuta.

- Oh Everette, me ofende que pienses que no me importan aquellos entes demoniacos inferiores a mi.- su voz suena tan conmocionada que hasta yo me lo creo, si no conociera a Shameena como lo hago, creeria que es una fiel defenzora de los debiles. - Creo que soy una buena representante del pueblo demoniaco.-

Pasión InfernalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora