Everette.
El amor es algo desconocido para nuestra especie, se manifiesta de una manera particular que no es...conveniente para seres tan inestables como lo son los demonios. Una de las normas infernales es evitar este sentimiento a toda costa.
El amor en un demonio se manifiesta en forma de obsesión.
Y los cielos se compadezcan del ser que sea objeto de deseo de una criatura demoniaca. La desventaja que nos presenta esta emoción resulta desconcertante, ya que ningún demonio se da cuenta cuando inicia la obsesión, únicamente nos percatamos cuando el deseo nos consume ciegamente y lo único que tiene sentido para nosotros en ese momento es poseer por completo a ese ser.
Este es el exacto caso de Asmodeo y Shameena, la obsesión de mi amigo se sumergió lentamente en la oscuridad que consume su existencia, le atravesó las garras y se impregno en el como el pecado mas diabólico.
- Everette, ¿Qué quiere decir esto?- Aisha se inclina sobre el escritorio mientras extiende uno de los enormes libros del control de las artes demoniacas.
Perdí la conciencia poco después de recuperarla aquel día, Asmodeo se encontraba junto a mi cuando abrí los ojos, estaba alerta, aparentemente desprendía una cantidad intoxicante de poder demoniaco, casi lo suficientemente denso para aturdirlo incluso a el. Me dijo que Aisha le había pedido que me ayudara, la encontró a punto de ser consumida por el rio de las almas perdidas.
Pequeña idiota, fue de las primeras normas infernales que aprendió.
- El pensamiento oscuro consume el temor.- traduzco sin apartar la mirada de su rostro, se perfectamente que dice cada una de las paginas de ese libro, lo conozco tanto como mi reino.
Ella frunce la nariz, un gesto común en ella cuando esta confundida.
-¿Pensamiento oscuro? ¿Cuál de todos? ¿Simplemente pienso en algo feo y ya esta?- inquiere algo irritada.
No puedo evitar reír entre dientes ante su frustración.
- Bueno, supongo que depende que es lo que desees hacer en ese momento. Si quieres que algo se eleve, ordénalo. Tienes la autoridad para hacerlo.- ella bufa ante mi respuesta.
-¿Autoridad?- replica inconforme. -¿Que yo tengo autoridad?-
- No necesitas ser una gobernante Infernal para tener autoridad sobre los objetos, Aisha.- ruedo los ojos y continuo fabricando mas energía oscura. Necesitare mas si quiero mantener el balance y no perder la razón como la ultima vez.
Una parte de mi creía que no volvería a ver a Aisha en mi palacio, de hecho me encontraba listo para crear para ella uno en la otra punta del Infierno, donde pudiera encontrar calma luego de semejante episodio. Me sorprendió mucho cuando caminaba de puntillas por el pasillo en dirección a la habitación principal. Se quedo de pie observándome largos segundos y continuo su camino. Si no tuviera ojos en las sombras probablemente no me habría percatado de esta ultima acción.
A la mañana siguiente la culpa invadía su mirada, me miraba como si algo atravesara su pecho y fuera tan pesado que le dificultaba dar un simple paso a causa de ello. Le pregunte una y otra vez pero se negó a darme una respuesta. Termine asumiendo que se debía a su salida de mi palacio sin consultarme, por lo que le asegure que no necesitaba mi permiso para salir, pero que agradecería que me lo notificara de antemano, después de todo, hay bestias mas poderosas que otras y ella aun no es capaz de enfrentarse a todas.
Desde ese día ella se ha enfocado en su entrenamiento infernal de una manera que jamás habría esperado. No solo eso, desde los simples conocimientos demoniacos hasta las normas que definen la completa existencia de las fuerzas del mal. Todo, ella ha estudiado día y noche.
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Pasión Infernal
Romance¡Bienvenido al infierno! El purgatorio está a la derecha, el salón de almas malignas a la izquierda y... Mejor dejo que lo recorras por tu cuenta. Solo ten cuidado, nada es lo que parece, nadie es completamente bueno aquí. ¿Has sido malo? Por estas...