Santidad no Deseada

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Aisha.

Camino a paso tranquilo hasta el despacho de Everette, abro la puerta lentamente y lo veo de pie dandome la espalda, sonrio de lado feliz al saber que se encuentra en casa, justo cuando decido acercarme el extiende sus alas celestiales de golpe.

Me quedo sin aliento al instante, son tan hermosas, desprenden tanta pureza, tanta perfeccion, siento como mis ojos se llenan de lagrimas sin poder evitalo, el sentimiento que provocan es superior a cualquier cosa imaginable, escucho como suspira y extiende su brazo hacia arriba, en su mano tiene un frasco de cristal con un liquido morado brillante, lo deja caer sobre sus alas.

Estas comienzan a pudrirse.

Se marchitan lentamente, el liquido morado las carcome, las plumas se tornan negras y se desintegran en cuestion de segundos, Everette, quien ahora mantiene sus brazos a los costados de su cuerpo permanece inmovil, el liquido deja de hacer efecto y veo como esta dispuesto a vertir mas en ahora sus maltratadas alas.

-¿¡Que estas haciendo?!- chillo aterrada por seguir contemplando tal ecenario.

El se voltea confundido, una vez sus ojos chocan con los mios me da una leve pero genuina sonrisa.

- Al fin apareces.- se limita a responder.

-¡Te estas haciendo daño!- le reclamo ignorando su tono calmado.

- No es asi.- sonrie travieso.

- Everette, te estas malditamente quemando poco a poco, ¿que demonios es lo que tiene ese frasco?- pregunto molesta.

El rie mientras niega y se acerca a mi, me acaricia los brazos y se inclina para dejar un largo y humedo beso en mis labios, como es usual en el muerde mi labio inferior antes de separarse por completo, inesperadamente en esta ocasion deja un beso en mi nariz y luego se separa.

- Esto es algo natural.- asegura.

- No respondiste mi pregunta. ¿Que es lo que hay en ese frasco?- insisto, tratando de que mi respiracion no delate el efecto que causa en mi ante tal simple gesto.

El toma el frasco y lo observa por varios segundos, lo hace desparecer de su mano y reaparecer en su escritorio, luego sus ojos se posan en mi, aunque en este momento me encuentro bastante insistente, el mantiene una chispa de humor al fondo de sus ojos, como alguien que acaba de realizar una travesura mas macabra de lo que se puede llegar a imaginar, y conociendo a Everette estoy segura que ese es el caso.

- Energia oscura.- dice finalmente. - Esto es lo que hace a cada demonio tan poderoso.-

-¿Entonces por que te hace tanto daño?- cuestiono incredula. - Tu eres oscuridad, no deberia lastiamarte pero lo hace.-

- No me lastima, solo lastima las alas.-

- Esas alas son tuyas.-

- Santidad no deseada, querida amante.- se encoje de hombros con simpleza.

Parpadeo un tanto sorprendida por su expresion final, se que solo quiere distraerme.

- No entiendo a que te refieres.- me cruzo de brazos con gesto obstinado.

- Como te dije anteriormente, mis alas son mi legado celestial, puedes considerarlo como santidad no deseada, cuando vayamos al reino Celestial todo lo puro y santo se hara visible, si estoy alla no podre ocultar mis alas como cuando estoy aqui, por lo que las arrancare.- sonrie travieso.

Mi expresion es de incredulidad, el solo se arrancara las alas y le parece gracioso, se esta lastimando.

- Everette, eso es amputacion.- digo en un intento de hacerlo entrar en razon.

Pasión InfernalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora