Finalmente

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Everette.

Dejar a un desterrado inconsciente es mucho mas sencillo de lo que alguna vez imagine. Aunque la evidente debilidad del individuo tuvo un gran lugar en todo el proceso de hacerlo perder el conocimiento. 

Puedo asegurar que ninguna misión que me haya sido asignada en el pasado ha sido tan compleja como esta. No considero que el hecho de que los tres reinos se encuentren en juego sea parte de ese hecho, considerando que el equilibro es algo tan complejo y difícil de mantener, presumiría que mantener el control de los tres forma parte de una labor casi diaria. 

Probablemente lo que haga que este asunto particular se levemente mas complicado que los anteriores incluye a Viviana. A pesar de que en el pasado se ha tenido que asegurar el orden del reino Celestial y el Infierno para resguardar la prevalencia del reino de los mortales, nunca me había encontrado en la posición de proteger a un mortal en particular.

Los humanos son como...

Ni siquiera estoy seguro de como expresar lo vulnerables que son, es endemoniadamente abrumador. De alguna manera la compañía de Viviana me hacia obviar estas falencias de su limitada vida humana. 

Pero puedo decir con la mayor de las certezas que desde el momento en que pisamos el portal al reino Infernal, todo mi cuerpo sucumbió al alivio instantáneo. El constante dolor de cabeza que me martillaba sin parar en el reino de los mortales logro disminuir considerablemente. La energía oscura rebozaba encandecidamente en cada parte del Infierno, facilitándome el control sobre mi lado Celestial. 

- Estamos en casa...- la evidente felicidad se filtraba en la voz de Shameena, quien junto a Asmodeo y a mi contemplaba el paisaje que conformaba el Infierno. La luz del rio de almas perdidas resplandecía desde el horizonte. El caótico pero hermoso lugar me hizo sentir paz al instante. - Al fin.-

Asmodeo no tardo ni dos segundos en desplegar sus alas de gárgola y elevarse en el cielo, seguido de un grito regocijado.

Si, finalmente estamos de vuelta.

Aun con la leve incomodidad en mi pecho puedo sentir todo lo que me rodea. Cada ente, cada demonio, cada alma, cada bestia, cada monstruo y cada criatura. Podía sentir todo y el leve temor que me carcomía abandono mi cuerpo al instante. Al menos no tendría problemas en eso. También me percate que las barreras Infernales estaban intactas, imperturbables como siempre, asegurando que toda la maldad se quede dentro. Nada entra y nada sale, justo como debe ser.

-¿Que haremos con el?- inquiere Shameena. refiriéndose al desterrado que se encontraba levitando junto a nosotros, sus ojos son incapaces de despegarse de Asmodeo, mientras una leve sonrisa se posaba en sus labios. 

Asmodeo serpenteaba entre la espesa oscuridad con gran regocijo, por un instante estuve a punto de unirme a el. Pero justo ahora mas que nunca aborrezco mis alas Celestiales.  

- Antes que nada debo reportarle el progreso conseguido a mi padre, creo que lo mejor es que vayas a tu club y te asegures que las cosas marchan de la manera mas inicua posible. Te informare cualquier repentino cambio de planes en caso de que acontezcan.- respondo.

Ella niega y por primera vez posa sus ojos en mi.

-¿Cambio de planes? Como si tuviera la mas remota idea de que es lo que planeas. Ni siquiera sabia que estábamos siguiendo una estrategia en concreto.- el fastidio se filtra en su voz, algo tan común en este demonio que ya ni siquiera espero escuchar algo diferente.

- Ya me conoces, soy mas de improvisar en el acto que un estratega.- le guiño un ojo antes de materializarme lejos de esa colina y aparecer en el palacio de mi padre.

Pasión InfernalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora