He roto una de mis reglas: contar cosas mías privadas y personales a alguien con quien no tengo un vínculo cercano. Nunca se sabe dónde pueden acabar las cosas que le cuentas a alguien, por eso, prefiero contar cosas justas de mi.
Además, contar cosas de tu pasado es declarar tu propia muerte, es darle balas a alguien para que use en su pistola y así la tengan preparada y puedan usarla cuando menos lo esperes, cuando les falles o cuando quieran fallarte.Por esa razones entre tantas otras, no suelo contar cosas mias a personas con la que no esté segura de que puedo confiar al cien por cien.
Aunque con Kian ha sido diferente a como suelo hacer las cosas, he sentido cierta confianza en él y eso es lo que me ha empujado a ser sincera y contárselo. Además de eso, quería que entendiera el por qué anoche estaba tan angustiada y le pedía que se quedara conmigo, algo que jamás suelo pedir a no haya ser que estuviera demasiado mal y asustada por algo, como pasó.—Sí, yo también me alegro. Me sentí satisfecha en su momento, aunque me hubiese encantado romperles la cara a cada uno yo misma. Aunque no me quejo de su merecido.
—¿Les has vuelto a ver a alguno de ellos en estos años?
—A mi ex alguna vez, pero a ellos no, me enteré hace unos años que acabaron y siguen, aún en la cárcel.
—Es donde merecen estar.
Asiento con la cabeza y veo de reojo cómo agarra la taza y la lleva hacia su boca, dándole un largo trago y después la deja encima de la isleta.
Hago lo mismo: agarro mi taza y le doy un trago.
—¿Y hace mucho que dejaste todo eso?
Le miro de reojo cuando le escucho hablar de nuevo y después le miro completamente quedando cara a cara.
Él me observa fijamente, está apoyado con un codo sobre la isleta, con la taza de café en su mano izquierda y sus ojos oscuros puestos en mi, mirándome fijamente.Me aclaro la garganta antes de hablar y dejo la taza sobre la isleta.
—El de vender hace dos años. El otro, hace seis meses. Aunque bueno... es complicado dejarlo de todo.
–trago en seco y aparto la mirada.—Te entiendo... Es jodido en ambos casos, yo también he pasado por ahí. Las drogas te acaban jodiendo y aunque te sientes de puta madre, luego vuelves a sentirte en la mierda. He pasado por ahí, pero no llegué a engancharme, aunque he tenido épocas en que las necesitaba... También he estado metido en una pandilla, salí hace unos años yo también. Ya sabes... eres adolescente, te juntas con gente de mierda y acabas estando en la mierda metido y haciendo gilipolleces.
—Ni que lo digas...
–suspiro hondo y asiento con la cabeza.Cuando eres adolescente y sobre todo si tienes problemas, sean los que sean: problemas de casa, contigo misma... sea el que sea, acaba pasando lo peor. Quieres olvidar esos problemas, pero como no puedes solucionarlos, prefieres evitarlos y olvidarlos. Y, la única manera de evitarlos y olvidarlos por un rato, son: las drogas.
No es la manera correcta de afrontar tus problemas, ni mucho menos al ser adolescente porque, a esas edades, se suele ser inmaduro y no piensas demasiado. Se suele actuar sin pensar en las consecuencias, quieres divertirte, pasarlo bien y no tener problemas y la única solución para evitar eso último son esas sustancias de mierda y el alcohol.
También influye el hecho de juntarte con gente de mierda que te provoca a probarlo y hacer cosas malas –robar, drogarse, meterse– todo empieza por un "pruébalo" y acabas en la mierda.
Juntarse con esa gente no suele acabar bien, ellos o ellas, te meten ahí para que seas uno más, para tener con quien drogarse. Te lo venden como lo mejor que puede pasarte, pero no es así, cuando los efectos pasan, te sientes aún más en la profunda mierda y cuando intentas salir, ya es tarde.

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ONITSED
Teen FictionHay veces en la vida que crees tener una buena vida. Que crees tener todo bajo control o al menos eso intentas, pero de un momento a otro, esa luz que estaba encendida y te alumbraba todos los días... empieza a parpadear. Hasta que finalmente esa...