Capítulo 79

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Erika

(Flashback, 2h atrás)

Nos besamos con intensidad y con deseo.
Hunde su lengua en mi boca mientras que nos quitamos la ropa desesperados. Desesperados por sentirnos y por acabar lo que tuvo que haberse dado hace años atrás y no se pudo.
Gimo en su boca y el gruñe, me agarra por las caderas y me aprieta contra su cuerpo desesperado y deseoso por mi. Su erección se clava en mi estómago y gimo al notarla.

La ropa por fin desaparece de nuestros cuerpos, veo que se coloca el preservativo que sacó del bolsillo de su pantalón antes y andamos hacia la cama mientras nos besamos. Él se coloca encima de mí y sin esperar más tiempo, se hunde en mi interior. Ambos gemimos.



—Dios mío. Llevo deseando esto toda mi vida.
–murmura entre gruñidos y gemidos.

—Yo también.




Ambos sonreímos y nos besamos; es un beso feroz, con desesperación y con ganas. Muchas ganas acumuladas desde hace años.
Nunca hemos perdido el deseo y la química. Y que todavía siga presente después de tantos años, es increíble.

Desee a Gonzo desde siempre. Y que hoy haya pasado esto, era algo que debía de darse; y sé que mi yo adolescente me lo va agradecer, aunque esa versión mía no exista ya.

Gimo de placer cuando él me embiste.
Él gruñe y suelta mi boca para dejar besos por mi cuello y mis pechos. Besando, lamiendo y succionando mi piel.



—No me acordaba de lo mucho que me gustaban tus gemidos y tu cuerpo. –murmura con voz jadeante.




Su voz jadeante y ronca me produce cosquillas en el estómago. Pero sin embargo, cuando Kian me dice que le gustan mis gemidos y cuando me lo dice de esa manera tan directa y sucia, pasa un huracán por mi estómago y mi excitación crece aún todavía más.

Aprieto los ojos con fuerza y me deshago de la imagen, voz y mirada de Kian de mi cabeza. Centrándome en Gonzo, solo en él y en el sexo que estamos teniendo.
Teníamos un asunto pendiente desde hace años y una tensión sexual no resuelta. Y hoy, tenemos que rematarla.

Tras varias embestidas, gemidos, besos y un placer increíble, nos corremos y acabamos uno encima del otro recuperándonos del momento pasional que acaba de ocurrir.
Él sale de mi interior, quita la cabeza de encima de mi hombro y me mira a los ojos con una sonrisa socarrona en su rostro.


—Ha sido increíble.
–murmura.

—Sí.



Él sube hacia mi rostro y besa mis labios. Yo le sigo el beso y nos quedamos después mirándonos a los ojos. Llevo mi mano hacia su mejilla, acariciándola y observando sus ojos verdes preciosos que me observan fijamente y con un brillo en ellos especial.



—No sabes la de ganas que he tenido siempre por rematar lo que empezamos esa noche.


—¿Qué noche...?


—Aquella noche, hace años. Tú y yo en mi cuarto, ligeramente borrachos pero aún conscientes. Te quedaste en mi casa a dormir después de aquella fiesta. Después de tanto beso y tocamiento me pediste que te hiciera mía. Querías perderla conmigo... joder Erika, no sabes lo que me alegró que me dijeras eso –sonríe y me acaricia la mejilla con sus dedos–. Estábamos a punto de hacerlo, entré despacio dentro de ti y joder... se sentía increíble. Pero después de meterla y dar dos suaves movimientos, quisiste parar. No te sentías preparada.




Mientras va contándomelo todo, las imágenes de esa noche empiezan a reproducirse en mi cabeza como si fuera una película. Recuerdo todo a la perfección.
Recuerdo como él me entendió, como me apoyó y me entendió. Se retiró de mi interior con cuidado, se acostó en la cama a un lado de mí y me dijo que no pasaba nada, que cuando se sintiera segura que lo volveríamos a intentar y que me esperaría el tiempo que hiciera falta.

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