Capítulo 21

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Los truenos siguen sonando con fuerza.
La lluvia sigue cayendo fuertemente y el cielo está oscuro, con algunos relámpagos alumbrándolo.
Estoy parada frente a la ventana, observando el cielo.
Llevo aquí tres horas metida, aunque para mi sorpresa no las he llevado tan mal, he estado bastante entretenida hablando con Kian, quien, cuando no muestra ese lado chulesco, es un chico bastante curioso y hablador. Hemos descubierto que tenemos alguna que otra cosa en común, como: que nos gusta la mezcla de Vodka y ron, algunos raperos y los spaguetti a la boloñesa.
Seguimos teniendo algunas diferencias, ambos somos bastante parecidos respecto a carácter, somos polos iguales y tal vez por eso chocamos tanto.


—Parece que no va a dejar de llover.
–habla y me giro hacia atrás, hacia él, mirándole.



Kian aparece por la puerta del comedor mientras se revuelve el pelo con las manos y se sienta en el sofá, tiene el ceño fruncido mientras que mira hacia la ventana.


—Eso parece.
–respondo y camino hacia el sofá.


—Veo que nos queda unas largas horas aquí metidos. ¿Quieres ver algo en Netflix?




Me giro hacia él y nuestras miradas chocan.

Realmente no hay ningún plan mejor, así que, ver Netflix no está del todo mal. Al menos estaré algo entretenida.



—Bueno, vale.


—Mientras no te gusten cosas románticas puedes elegir lo que quieras.



—¿Tengo pinta de que me gusten las "cosas románticas"?
–digo mirando hacia él alzando una ceja.




Su mirada oscura recorre mi cuerpo y después se detiene en mis ojos, mirándome fijamente y sonríe de lado, evitando contestar.


—¿Película o serie?


—Película.




Él asiente con la cabeza y agarra el mando para poner Netflix. Al entrar, miramos las películas en la sección de acción y al gustarnos una de Jason Statham le da al botón y la película comienza.

A mitad de película veo como Kian se remueve en el sofá. Le miro de reojo con curiosidad y observando los movimientos que hace: Se ha recolocado en el sofá, se ha inclinado hacia delante y ha cogido el paquete de tabaco de antes que descansa aún en la mesa de centro. Saca un cigarro y lo prende, dando una calada mientras que sostiene éste entre su dedo pulgar e índice y suelta el humo tranquilamente.

Hemos coincidido algunas cuantas veces y jamás me he parado a mirarle detenidamente, ni a mirar su físico: tiene el pelo castaño oscuro, casi negro, la mandíbula perfilada, la nariz recta decorada con dos piercing de aro plateados en cada aleta, unos labios gruesos y sus ojos son de color chocolate. Tiene tatuajes en todos lados, aunque solamente he visto los que decoran alrededor de su cuello, brazos, dedos y dorsos de sus manos.

Cuando noto que él me mira de reojo al notar que le estoy mirando, devuelvo la mirada hacia la televisión. No quiero que piense cosas raras.

Pero sin quererlo, mi mirada se desvía involuntariamente hacia él de nuevo y en cómo fuma mientras que mantiene la mirada pegada a la televisión.



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