Capítulo 58

416 21 7
                                        

Hoy es nuestro último día aquí en Miami.
Nuestro último día de vacaciones –al menos para mí–, mañana es la vuelta a casa y vuelta a la realidad. Y sinceramente, no me apetece.
No me apetece volver a la vida normal, a la realidad, ni los problemas que sé que me esperan allí en Manhattan. Pero supongo que por desgracia, hay que volver y hacerlos frente.

Hoy al ser nuestro último día y nuestra última noche aquí, hemos hecho una fiesta. Queríamos despedirnos de la casa, de nuestras vacaciones y de Miami. Así que hemos celebrado una fiesta y hemos invitado a todas las personas que hemos conocido en este mes aquí, junto a más personas random que han venido. Se ha llenado la casa de muchísimas gente.
Queríamos disfrutar de la última noche aquí, aunque mañana tenemos que recoger y limpiar todo el desastre que seguramente habrá, ya que hay que dejar todo limpio y ordenado. Pero merecerá la pena.

Todo el mundo se lo ha pasado bien.
Nosotros hemos bailado entre todos nosotros y también con las demás personas de la fiesta; hemos jugado a algunos juegos –con alcohol de por medio, claro–, hemos reído muchísimo y lo hemos pasado muy bien. Hemos disfrutado de nuestra última fiesta aquí en Miami demasiado.

La fiesta ya está casi acabando.
Hoy acaba más pronto que de costumbre, pero porque tenemos que levantarnos a las nueve de la mañana para irnos hacia el aeropuerto, ya que a esa hora sale nuestro vuelo. Aunque nos tendremos que levantar un poco antes.
Así que los chicos han dado antes el aviso de que ya estaba por finalizar la fiesta y algunas personas ya estaban empezando a irse. Aunque todavía seguían algunas.
Normalmente nuestras fiestas duraban hasta las siete de la mañana e incluso a veces ocho, pero hoy no podíamos alargarla tanto. La hemos acortado un poco antes para tener al menos un par de horas de sueño y poder dormir un poco antes de marcharnos, ya que nos espera un vuelo ajetreado. Y con tanta resaca, no íbamos a poder levantarnos para ir al aeropuerto, por eso decidimos terminarla antes.
Aunque no sé si podremos dormir bien, ya que hemos tomado alcohol –algunos más que otros–, por los juegos que hemos hecho con alcohol de por medio y porque han tomado ya de por si, cómo siempre. Aunque hoy por mi parte apenas he tomado tanto como en otras ocasiones, no me apetecía y los nervios no me dejaban tampoco.

Ya deben de ser las cuatro y media de la madrugada, más o menos. O al menos, esa hora creo que es. Porque antes de venir hacia aquí hacia la playa, miré el móvil por última vez y apenas eran las cuatro y cuarto, además no llevaré más de veinte minutos aquí.

He venido a dar un paseo a la playa. Un último paseo. Para despedirme de la playa, para relajarme y para calmar los nervios que me invaden por la vuelta a casa.
Me he escapado un momento de la fiesta –aunque ya estaba por acabar– para venir aquí a dar un paseo sola y relajarme. Lo necesitaba, necesitaba calmarme. Y además, también quería despedirme de esta playa a la que tantas noches he acudido cuando no podía dormir, cuando simplemente me apetecía dar un paseo o cuando no podía tener la cabeza en silencio y quería despejarme. Y me ha ayudado mucho en todas esas ocasiones.

Me da ansiedad volver a Manhattan.
Y tan solo de pensar en volver a la realidad y la vida normal, los nervios se centran en la boca de mi estómago. Más que nada, porque sé e intuyo, que hay problemas que van a aparecer en cuanto pise casa. Como por ejemplo: el tema de mis hermanos pequeños.
No he querido saber nada en este mes sobre lo que ocurría allí, absolutamente nada. Quería mantenerme fuera de todo, de cualquier cosa, quería tener estas vacaciones tranquilas sin pensar en ningún problema, quería poder respirar tranquila sin que mi cabeza esté llena de mierda y de problemas de fuera. Así que les pedí a mis hermanos que no me dijeran nada, absolutamente nada de lo que ocurría tanto si era algo bueno cómo algo malo. Pero ahora que vuelvo allí, siento que todo me va a llegar de golpe y no sé cómo me voy a sentir ni cómo voy a gestionar todos los problemas cuando empiecen a caerme encima como un cubo de agua helada. No tiene por qué ser así, pero tengo una mala vibra que me dice lo contrario. No sé si tal vez he hecho bien en no querer saber nada o tal vez he hecho mal. Pero eso me crea nervios en el estómago y en mi pecho.
Tengo una intuición extraña, mala, pero sólo espero estar equivocada con esa intuición que siento y ojalá que no sea así.

ONITSEDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora