Capítulo 1

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El aire fresco de plena primavera golpea mi rostro mientras que camino a mitad de la madrugada por la calle, acompañándome únicamente la melodía que sale de mis auriculares.
Hoy he tenido un día bastante ajetreado y lo único que quería era dar un paseo por el parque a las diez de la noche y que la brisa me diera en el rostro. Sentirme en paz y tranquila conmigo misma, sin tener que pelear con mi mente y poder tener autocontrol sobre ella y mantenerla serena.
Lo necesitaba.
Cuando estoy bajo un nivel de estrés o simplemente quiero aclararme las ideas y dejar mi mente en blanco, sin pensamientos ni ideas que la ocupen, suelo ir a andar por la noche. Sola. Por el parque, sentarme frente a un banco mirando el gran lago frente a mi escuchando únicamente la brisa del aire, el agua del lago y nada más.

Estos lugares a éstas horas suelen estar tranquilos. Sin personas que hagan ruido a tu alrededor, sin tener que socializar con nadie, sin gente hablando a tu alrededor y sin gritos de niños torturándote la mente.

Me gusta estar a solas conmigo misma, y, si algo he aprendido en estos largos y duros años, es que no hay nada mejor como encontrarte a gusto contigo misma mentalmente.

Son casi la una de la madrugada.
He estado casi tres horas frente al lago, pensando, aclarando ideas y pensamientos que aturdían mi mente hasta que finalmente, he conseguido apartarlos. Cómo si hubieran apagado mi mente por dos horas, cómo si esos pensamientos hubieran desparecido para siempre.

Camino por el paseo del parque para salir de éste e ir a la calle de camino a casa de Miles.
Camino con la vista hacia en frente mirando a las personas que pasan, a las parejas, a persona solitarias que pasean a sus perros o otras que trotan haciendo ejercicio. A lo lejos visualizo a un chico joven fumando cerca del lago. De pie, con cara de pocos amigos y parece estar cabreado. Y sé que ha venido aquí para aclararse y estar a solas consigo mismo, esto ayuda.

La gente ya está cerrando algunos negocios que duran hasta las dos de la madrugada, las farolas alumbran las calles oscuras y el cielo está tan oscuro que parece totalmente un negro uniforme. Solamente la pequeña luna entre el inmenso cielo negro le mantiene un poco encendida.
Pienso en lo poco que somos en un universo tan inmenso. En lo pequeña que parece la luna desde aquí y lo pequeños que seremos los humanos en ella. En cómo brilla la luna en la oscuridad del cielo y en cómo todo esto podría verse de otra forma: siempre hay una luz que alumbra en la oscuridad.

Sigo mi camino asumida en mis pensamientos y en la música que sale de los auriculares, tarareando la canción de R&B mentalmente hasta que después de diez minutos, llego al edificio de mi amigo.
Ayer cuando fui a su casa me dejé el cargador de mi móvil y le dije que hoy cuando saliera de trabajar iría a recogerlo.

Subo en ascensor y cuando éste para en su planta, camino hacia su puerta y paro enfrente de ésta. Donde se escucha música provenir de su casa, ¿está haciendo una fiesta?

Alargo mi mano y toco el timbre y a los pocos segundos se escuchan pisadas en el interior y la puerta se abre dejando ver a Miles con una copa en su mano y una amplia sonrisa.

—Hey rubia, pasa.
–saluda Miles, chocando ambos puños y paso al interior de su casa.

Camino por el pasillo detrás de él hasta llegar al comedor donde hay cerca de doce personas y la música aquí se escucha más fuerte.
Algunos están sentados en el sofá, otros de pie y otros por la terraza cada uno a su rollo.
Son todos chicos menos tres únicas chicas.

Para mi sorpresa la casa está bastante recogida, cosa que me sorprende ya que Miles suele tener todo desperdigado y desordenado.
Hay bastantes vasos de alcohol en la mesa de centro y marihuana por ésta. Donde los tres chicos están sentados y fumando.

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