Capítulo 41

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Kian



Abro la chapa de la cerveza, le doy un trago y  después la dejo sobre la mesa y me siento en una de las sillas de la mesa del comedor.
Agarro la caja de metal que está frente a mi, donde guardo todo el dinero en efectivo que hemos ido ganando en estas semanas atrás para comprobar cuánto dinero hay y así saber el total de todo lo ganado. Los billetes verdes puestos en fajos me saludan amontonados unos sobre otros, bien colocados y amarrados por una goma elástica.
Voy agarrando fajo por fajo, quitando la goma y contando todos los billetes y todo el dinero que hay en cada uno.

Hay ocasiones en que pienso y en que quiero mandar toda esto a la mierda y buscar un trabajo decente fuera de este mundillo peligroso y fuera del dinero sucio; un trabajo normal y honrado, y poder ganar dinero limpio. Pero después veo todo este dineral ganado en solo tres semanas y me olvido de ello.
No quiero ni voy a estar toda la vida así, mi idea es dejarlo algún día y tener una vida normal y un trabajo normal. Y lo haré, algún día lo dejaré, pero por el momento voy bien así y gano lo suficiente para tener una buena vida sin preocuparme por el dinero ni el precio de las cosas. No soy un narcotraficante y no gano lo que ellos ganan, pero gano lo suficiente para poder pagar mi casa, mis cosas y mis caprichos.
Además tampoco es tan peligroso como lo es meterse en el narcotrafico, hay líneas que no voy a pasar y esa es una de ellas. Yo solamente vendo marihuana y pastillas, es malo y peligroso sí, pero no tanto como otro tipo de drogas más fuertes.
Hay mucha gente que vende marihuana y pastillas además de mi, y esto para mí es algo normal. He estado rodeado toda mi vida de drogas, drogas de todo tipo, no únicamente marihuana. La marihuana es la droga más leve que he visto ante mis ojos.

He visto las drogas desde pequeño y en mi día a día mientras crecía, las he visto en mi propia casa, en mi mismo barrio y a amigos y vecinos venderla o consumirla, hasta a mi mismo padre hacer ambas cosas. Y he crecido normalizando las drogas y viéndolas como algo normal, no como algo peligroso y que un niño pequeño no debe ver mientras crece.
Siempre lo he visto algo normal y como una forma de ganar dinero, como un trabajo como cualquier otro. Un trabajo de dinero sucio y peligroso, sí, pero al fin y al cabo un trabajo más.

He nacido en un barrio conflictivo y peligroso donde las drogas estaban en cualquier lugar, donde todos se conocían entre todos y en cualquier lado veías a gente consumir y meterse droga y donde las pandillas eran lo habitual.
He visto las drogas ante mis ojos desde muy pequeño y para mi era normal ver en cada esquina de cualquier lugar de mi barrio a algún chaval comprando droga o a otros vendiéndola, además de verla en mi casa.
Mi familia no ha sido tampoco el mejor ejemplo para nada ni nadie, mi padre vendía drogas y estaba metido en ellas desde muy joven, ha estado metido en cosas chungas y peligrosas pero así se ganaba la vida y así nos mantenía. Mi madre siempre ha luchado para que él dejara esa vida, pero él no quería. Mi madre trabajaba limpiando casas por pocos dólares y apenas llegaba para poder mantenernos, así que por una parte aceptaba el trabajo de mi padre porque nos llegaba para cosas básicas que una persona debe tener. Aunque aún así ella seguía insistiendo en que lo dejara, pero nunca hubo resultados. Ella buscaba más trabajos aparte de limpiadora, pero los pocos que encontraba solamente duraban un par de meses.

Un par de años después a mi padre le pillaron con bastante mercancía: armas, muchos kilos de cocaína y otras varias drogas y finalmente lo detuvieron. Llevaba en busca desde hacia varios años y finalmente dieron con una pista para meterlo en la cárcel finalmente. Y lleva más de diez años en la cárcel y todavía le quedan varios más de condena.

Mi madre estuvo devastada por la falta de dinero y por los enemigos que tenía mi padre detrás, pero por suerte a nosotros no nos metieron en líos y nos dejaron a parte, cosa que mi madre temía por si a nosotros nos involucraban. Mi madre a la misma vez estaba libre al igual que devastada, estaba cansada de las muchísimas infidelidades de mi padre, de las discusiones y del maltrato tanto físico como verbal. El que le metieran en la cárcel fue un alivio para ella, dejó la bebida y las drogas y le pidió el divorcio.
Ella se quedó embarazada siendo una adolescente de quince años y apenas tenían dinero para criarme, y durante todos esos años, mi padre le ponía los cuernos con cualquiera y le hacía demasiado daño, estaban en una relación tóxica y que mi madre no dejaba por miedo a la reacción de él. Pero finalmente al entrar a la cárcel encontró ese empujón que necesitaba y le pidió el divorcio, y por fin por suerte, ambos se separaron.








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