Capítulo 38

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Apoyo los codos en la barandilla del balcón observando el cielo y respiro profundo.
Me siento como si hubiera estado tiempo retenida y ahora me hubieran puesto en libertad, es una sensación extraña. Solamente he estado totalmente consciente dos días en el hospital –más otros cuatro que estuve allí pero estaba en coma y no cuenta como tal– pero se me hicieron eternos ambos días allí. Además de la sensación horrible que sentía de no poder moverme, ni abrir los ojos, ni hablar.

Solamente llevo un día en casa de Miles. Bueno, realmente no sé si contaría porque recién acaba de comenzar. Miles me insistió en que me quedara aquí en su casa estos días de reposo y acepté, no me pareció mala idea, al revés, me pareció genial.
En casa hay mucho jaleo normalmente con mis hermanos, siempre tienen todo alborotado y siempre hay enfados o encontronazos de por medio y necesito tranquilidad, necesito unos días sin hacer nada, solamente dedicándome a reposar y tener silencio, sin gritos y sin ver trastos de por medio. Además, ellos trabajaban y sé que Miles me cuidará genial. Aunque me encuentro bastante bien y en total normalidad, el doctor me dijo que me vendría bien al menos tres días en reposo y sin hacer demasiado esfuerzo.
Llamé a mis trabajos para tomar tres días libres, ellos sabían de lo que ocurrió ya que Katia les avisó que no podía ir al trabajo por ese motivo y lo entendieron. Y por suerte no pusieron pegas en tomarme unos días más libres.

Tengo una necesidad urgente por fumar.
Me encuentro nerviosa y ansiosa y necesito probar y sentir el sabor amargo del tabaco en mi boca, me apetece fumar.
El doctor no me dijo si podía o no podía, así que, supongo que puedo hacerlo.

Me levanto de la silla y entro de nuevo al comedor, miro a mi alrededor por el comedor buscando un paquete de tabaco de Miles, ya que yo aquí no tengo ninguno. Cuando justamente mi mirada encuentra un paquete de tabaco al lado de una lata vacía de cerveza en la mesa de centro del comedor. Me acerco hacia el agarrando el paquete, saco un cigarro y agarro el mechero. Y al tener ambas cosas, me doy la vuelta para caminar hacia el balcón.





—Buenos días, enana.






Miro hacia atrás y veo detrás de mi en la entrada del balcón a Miles, quien bosteza y se estira el cuerpo.






—Buenos días.
–respondo.







Me arrimo a la barandilla de nuevo, apoyo mis codos en ella y dejo el cigarro sobre mis labios, aprieto el botón del mechero para prenderlo pero antes de darle una calada, el cigarro desaparece de mis labios.
Frunzo el ceño y miro hacia Miles, quien está a mi lado con el ceño fruncido, cara seria y con mi cigarro en su mano derecha.






—El doctor no te dijo que pudieras fumar estos días.






—Ni tampoco me dijo que no podía.
–me encojo de hombros.







—Da igual. Has estado en coma casi cinco días y eso es algo fuerte. Deberías descansar de malos vicios y del tabaco al menos por estos tres días más. Aunque te sientas bien, tu cuerpo por dentro aún está recuperándose del shock de haber estado en coma y de las sustancias que te metiste. No creo que sea lo mejor fumar.






—Miles no va a pasar nada, solo es tabaco.






—Me da igual. No vas a fumar hasta dentro de tres días, tienes que cuidarte.









Se coloca mi cigarro entre sus labios y entra al comedor mientras que fuma.

Me doy la cuenta y vuelvo a entrar al comedor de nuevo, siguiéndole.








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