Capítulo 43

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Miro lo que hemos apuntado en la nota del móvil para comprar, tachando lo que vamos cogiendo y buscando lo que nos hace falta. Ya tenemos casi todo, solamente nos falta: champú, tomate frito, pasta y chocolate.
Camino hacia el pasillo de las pastas y agarro spaguetti y macarrones, y vuelvo al carrito dejando ambas cosas en el. Kian aparece frente a mí caminando hacia el carro con los brazos llenos de comida vegana para él, la cuál deja en un rincón del carro: tofu, seitán, champiñones y diferentes verduras.

Hemos venido cuatro a hacer la compra: Raban, Tai, Kian y yo. Nadie quería hacer la compra y los únicos que hemos querido hemos sido nosotros. Kian fue el primero que se ofreció a hacer la compra, Tai se apuntó después para acompañarle y Raban y yo nos apuntamos después con ellos.
Me apetecía salir y despejarme un poco, además de que encanta hacer la compra e ir al supermercado. Es algo que me entretiene y que me gusta hacer, además siempre es buena excusa el ir a hacer la compra para salir y despejarse. Es un plan sencillo, pero que te hace despejarte un rato.




—¿Tienes todo?
–pregunto mirando a Kian, quien me mira en seguida.




—Sí. Yo tengo todo lo mío necesario. ¿Falta algo de la lista?




—Pues... –miro hacia la pantalla de mi móvil viendo lo que falta de la lista– falta tomate frito. Raban y Tai deben de estar escogiendo los dulces y chocolates, así que, solo eso.





—Vamos entonces.






Como una pareja de novios, caminamos los dos hacia el pasillo de los tomates fritos o triturados.
Yo conduzco el carro y él tiene su mano encima del carro, tirando de él suavemente mientras que ambos caminamos hacia el pasillo.
Kian suelta el carro al llegar y empieza a mirar los diferentes tomates que hay, mirando los ingredientes y eligiendo uno entre todos los que hay.




—Entre todos los que hay estos son más sanos –dice mostrándomelos– ¿Quieres estos o otros?





—El que sea está bien. Da igual.





—Entonces estos que son más sanos.







Kian se encoge de hombros y deja el tomate frito y otro bote triturado en el carro.

Tacho en la lista la pasta y el tomate frito.
Ya está todo.

Caminamos hacia el pasillo de los dulces buscando a Tai y Raban quienes deben que estar todavía ahí. Bloqueo mi móvil y lo guardo en el bolsillo de mi pantalón, conduciendo el carro y llegando al pasillo.
Raban deja en el carro lo que ambos han escogido de dulces y chocolates, y caminamos hacia la caja para pagar todo e irnos.
La compra la pagamos entre todos, ya que todos vamos a consumir y comer toda la comida, y debemos de hacernos cargo todos. Menos las cosas de Kian, que al solo consumirlo él, lo paga él por su cuenta. Hemos comprado más de lo que debíamos comprar y nos hemos gastado un poco más de lo esperado, pero igualmente toda esta comida nos sirve por una semana y media.
Al terminar de pagar y guardar todo en las bolsas, nos la repartimos entre los cuatro y salimos del supermercado cargados con las bolsas de camino al coche. Guardamos todas las bolsas en el maletero y después entramos al coche: Tai en el asiento de conductor, yo en el de copiloto y los chicos atrás en los asientos traseros.

Veinte minutos después llegamos y entramos a la casa, caminamos hacia la cocina y dejamos las bolsas encima de la isla. Y después, empezamos a sacar todo lo comprado dejando todo en la isla y entre los cuatro vamos guardando todo en la nevera, congelador y en la despensa.
Agarro una de las bolsas donde aún quedan cosas y comienzo a sacarlas. Cuando de repente, noto como alguien apoya una mano en mi cintura y al mirar de reojo veo que se trata de Kian, quien camina por detrás de mi y se ha apoyado en mí para poder pasar al otro extremo de la isla donde están las verduras.

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