Capítulo 39

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Me despierto de golpe y de mala gana cuando siento calor y agobio por todo el cuerpo impidiéndome dormir tranquila y a gusto. Odio el calor, odio sudar y odio el verano. No hay cosa que menos soporte en el mundo que tener calor y sudar todo el tiempo, porque aunque te duches veinte veces sigues sudando de nuevo y es algo insoportable. Por eso no me gusta nada el verano y por eso lo odio.

Noto un ligero peso sobre mi cuerpo que me incomoda, me agobia y que me da calor. Frunzo el ceño al no saber lo qué es y abro los ojos de golpe desviando mi mirada hacia abajo, hacia mi cuerpo, cuando veo el brazo tatuado de Miles puesto sobre mi cuerpo rodeándome la cintura. Su cuerpo está pegado al mío dejando casi todo su peso sobre el mio; estoy acostada boca arriba con su brazo puesto y alargado sobre mi cintura aferrado a mi como si fuera una almohada, su cabeza está apoyada en mi hombro izquierdo y una de sus piernas está encima de las mías. Además, tiene medio cuerpo suyo inclinado sobre el mio dejando un poco de peso sobre mi.

Ahora entiendo el por qué tengo tanta calor: tengo a Miles pegado literalmente a mi cuerpo, con sus extremidades puestas encima de mi, rodeándome y abrazándome con su fuerte brazo mientras que duerme plácidamente.

Y, pensándolo bien, se me hace raro que Miles esté aquí conmigo y haya dormido en la misma cama que yo. ¿Qué hace aquí? No recuerdo que ayer viniera aquí a dormir.

El otro día le dije a Miles que estos días que estaba en su casa él podía dormir conmigo en la misma cama, no quiero que duerma en el comedor ni en el sofá por culpa mía, es bastante incómodo dormir ahí y él tiene una cama para dormir a gusto. Yo soy la invitada y no es justo que le quite su propia habitación.
Somos amigos y nos conocemos hace muchísimo tiempo y muchísimos años, tenemos mucha confianza y no hay ningún problema en dormir juntos en la misma cama. Además, su cama es enorme y hay suficiente espacio para los dos, pero me insistió en que él podía dormir en el sofá y que no había problema. Aunque hoy sin embargo ha dormido aquí y ni si quiera me he dado cuenta hasta ahora que me he despertado.

Resoplo, suspiro hondo y cierro los ojos intentando volver a dormir, pero el calor que emana su cuerpo y la calor que hace en la habitación hace que sea imposible volver a pegar ojo.
Alargo mi brazo hacia la mesita de noche dónde está mi móvil y miro la hora: 09:55 pm. Resoplo al ver la hora que es y cierro los ojos por un par de segundos. Es demasiado temprano, al menos para mí.
Normalmente madrugo para ir a trabajar y los días que no trabajo me gusta despertarme un poco más tarde que normalmente, tengo más horas para dormir y no me gusta madrugar innecesariamente.

No puedo volver a dormirme, así que aunque quisiera quedarme dormida de nuevo, prefiero levantarme ya que veo imposible que pueda pegar ojo nuevamente.
Miro hacia abajo, donde el brazo pesado de Miles sigue sobre mi. Intento quitarlo con cuidado y muy despacio para no despertarlo, pero al ejercer fuerza para quitarlo él hace un poco de presión negándose a quitar su brazo de encima de mi y emite un resoplido en forma de quejido.

Suelto un suspiro soltando el brazo y me quedo boca arriba mirando hacia el techo sin pensar en nada,  mientras espero a que el tiempo pase para poder volver a intentar quitar su brazo de encima de mi y poder levantarme finalmente.
No tengo sueño y no puedo volver a dormir, así que, solo me queda esperar.

Minutos después y cómo si la vida me hubiese escuchado, el brazo de Miles se despega de mi cintura y su cuerpo se mueve hacia la derecha dejándome libre al fin.

Suelto un suspiro de alivio y me levanto quedándome sentada en la cama.








—Das mucha calor.
–habla de repente con voz ronca y soñolienta.








—Mira quién fue a hablar. Tú eras el que estabas pegado a mi como una lapa, no yo.
–le respondo pero no obtengo respuesta.











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