Capítulo 75

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Estamos en la cama acostados desnudos piel con piel; ella está encima de mi cuerpo dejando su peso sobre mi, con su barbilla apoyada sobre el dorso de su mano la cual descansa encima de mi pecho. Ambos nos miramos mientras que charlamos después de haber tenido sexo hace diez minutos.
Lleva en mi casa cinco días y hemos sabido aprovechar muy bien el tiempo cuando estábamos los dos solos, quizá parezcamos conejos en celo, pero nos da igual. Ambos nos gustamos, tenemos una atracción sexual muy fuerte y más que evidente, y el convivir en la misma casa varios días seguidos ha llevado a ello.
¿Y como no hacerlo? Cuando hay tanta química y sé es joven, son cosas que simplemente suceden. Además ella es mi punto débil, me vuelve loco, me pone demasiado y tiene algo que no sé qué cojones es, pero que me hace perder la cabeza cuando estoy cerca de ella y necesito tocarla y hacerla mía.
Hemos hecho más cosas aparte de estar todo el día follando; también hemos hecho planes con nuestros colegas y nosotros a solas también.




—Si vamos a estar así todos los días, creo que me quedaré más tiempo del previsto. –dice riendo.



—Por mí no hay problema. Puedes quedarte todo el tiempo que quieras, por mi encantado.
–sonrío con malicia y elevo una ceja.



—No me tientes.
–sonríe y después ríe.





La miro reír y río con ella también.
Me gusta que pensemos igual, que seamos igual de sucios los dos y que tengamos el mismo humor.

Sus ojos se achinan al reír y sonreír, sus labios se ensanchan mostrando su perfecta dentadura mostrando la preciosa sonrisa que tiene y la observo fijamente hasta que ella apoya su cabeza en mi pecho; llevo mis manos hacia su espalda y le acaricio suavemente su espalda desnuda con mis manos lentamente de arriba a abajo. La habitación vuelve a estar en silencio pero es un silencio cómodo.

Por alguna razón me gusta tenerla así: acostada encima de mi, desnuda, tranquila, y sintiéndola piel con piel. Me gusta esta sensación, aunque puede ser incluso una situación casi romántica, pero no me desagrada. Dejo un beso encima de su cabeza y cierro los ojos disfrutando de este momento.

Estos días hemos hablado muchísimo y nos hemos conocido más que antes, hemos compartido buenos momentos y ha habido un buen rollo increíble entre los dos. Hemos hecho planes nosotros solos, nos apetecía pasar tiempo juntos fuera de casa y de la cama. Y aunque han sido planes sencillos, a ambos nos apetecía hacerlos. Y no voy a mentir, estos días me he sentido muy bien con ella, me he sentido feliz, me ha llenado y he estado contento, he notado que mi ánimo había mejorado. No sé, siento que cuando estoy al lado de ella me hace sacar una parte de mí que pensaba que estaba enterrada hace años. Con ella he estado sintiéndome cien por cien como yo soy, sin tener que fingir, sin tener que esconder nada. Y aunque me ha gustado la sensación, eso ha estado calentándome la cabeza demasiado todos estos días. Estoy sintiéndome muy cómodo con ella y no sé qué tan bueno sea eso.

Pero me ha gustado verla despertar a mi lado, desnuda o con una camiseta mía. También verla recién despierta, con el pelo revuelto y con mala hostia. También verla andar por la casa en tanga y con mi camiseta, con un moño medio deshecho y sin una gota de maquillaje. Es preciosa de todas maneras.
Y nunca pensé que iba a pensar así de una chica, nunca pensé en dormir más de una noche con una chica y mucho menos, despertar con ella varios días, en mi cama y en mi casa.




—¿Qué tal estas pasándolo estos días? ¿Te sientes cómoda aquí? Creo que lo he dado por hecho, pero me gustaría que me dijeras que tal te sientes.


—Ahora que lo dices... la verdad que no. Y ahora que ha sacado el tema... debo decírtelo: quiero irme a mi casa ya y tenía pensado irme hoy. Pero no sabía cómo decírtelo...
–dice mirándome a los ojos.





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