Capítulo 27

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Abro los ojos con pereza y lentamente.
Al despertarme del todo, noto como un pinchazo atraviesa mi cabeza y como un dolor fuerte empieza a desarrollarse. Cierro los ojos de nuevo y los abro a los tres segundos, pestañeando varias veces para acostumbrarme a la claridad que entra por la ventana y alumbra mi habitación.
Miro hacia lo que tengo delante: Miles.
Está boca arriba durmiendo, con la boca entre abierta, casi en la orilla de la cama y con mi pierna y mi brazo por encima de sus piernas y abdomen invadiendo su espacio. Ni si quiera sé en qué parte de la noche dejé de abrazar al cojín que ahora él tiene abrazado y me pegué a Miles como una lapa.
No sé si él lo haya notado, pero yo no me di ni cuenta.
Me separo de él apartándome y quedándome sentada en el colchón, con mis manos tapando mi rostro. Hago una mueca por el dolor tan fuerte de cabeza y pienso en si levantarme de la cama o seguir durmiendo. Me giro hacia mi izquierda para coger mi móvil y ver qué hora es, cuando me doy cuenta de que no está. Debí dejarlo en el bolso anoche.

Miro de nuevo hacia Miles quien duerme plácidamente y decido levantarme.
Aunque quisiera volver a dormir, no puedo, me he desvelado y la cabeza me duele demasiado.
Me doy la vuelta y suelto un suspiro, levantándome de la cama lentamente y camino descalza por el frío suelo hasta llegar a la puerta, abro ésta sin hacer ruido salgo por ella caminando por el pasillo hasta llegar al comedor. Miro alrededor buscando mi bolso, cuando lo veo tirado encima del sofá.
Ando hacia el sacando lo que hay en su interior: una caja de tabaco y el móvil.
Desbloqueo el móvil y la pantalla se enciende, lo primero que miro es la hora: 10:25.
Pensaba que sería más tarde, después de haber pasado la noche tan ajetreada y desvelada, estaba segura de que hoy iba a despertarme bastante tarde.
Reviso las notificaciones y redes sociales; Miles subió ayer vídeos y fotos al stories de Instagram y a modo de publicación de nosotros y de los chicos, también Raban y Billy han subido fotos de anoche. Publico una imagen con ellos yo también y después de responder algunos mensajes y ver un poco más Instagram, apago el móvil dejándolo sobre la mesa de centro y camino hacia la cocina para hacer café y así despejarme.
Saco una pastilla para el dolor de cabeza y lleno un vaso de agua, después de tomármela pongo en marcha la cafetera y me quedo con la mirada perdida y con la espalda apoyada en la encimera, esperando a que esté listo el café.



—Buenos días leona.
–dice una voz ronca y masculina desde la puerta de la cocina.



Miles está parado en la puerta, mirándome y desperezándose mientras que camina descalzo hacia dentro de la cocina y abre la nevera buscando algo.

Pensé que se quedaría más rato durmiendo. Se ha despertado 10 minutos después de haberlo hecho yo.



—Buenos días –respondo y me giro hacia la cafetera cuando mi café ya está listo– ¿café?


—Va, un poco. Así me despejo mientras que hago chocolate caliente.





Sonrío y asiento con la cabeza.

Miles saca los ingredientes para hacer chocolate caliente y yo me quedo en el taburete de la barra americana con el café entre mis manos, observándole mientras tomo café.

Es un café pequeño, lo suficiente para despejarme y despertarme del todo. Todavía tengo estómago para que entre un chocolate caliente delicioso.




—¿Tienes algo que contarme de ayer?
–habla de repente espaldas a mi.



—No.



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