Capítulo 70

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Al llegar al reservado veo a Theo junto a Kian los dos solos hablando entre ellos, aunque parece que están teniendo una conversación un poco agitada por cómo están gesticulando.
Theo mira hacia delante y me ve aparecer, así que deja de hablar, cómo si estuvieran hablando de algo que tenga que ver conmigo o simplemente cómo si no quisiera que yo escuchara lo que están hablando, aunque tampoco es que pueda escuchar algo con la música a tan fuerte volumen.
Kian se da la vuelta y frunce el ceño al verme, está limpiándose la sangre de su nariz con una servilleta de papel; tiene la nariz ensangrentada y un morado está comenzando a salir en su pómulo, mañana seguramente se le notará aún más. Gonzo y él se han dado buenos golpes y los dos han acabado con las caras fatal, se han dado golpes demasiado fuertes.

Retiro la mirada de ellos y sin decirles nada, agarro mi bolso el cuál está en el sofá y me lo coloco en el hombro para marcharme.




—¿Ya te vas?
–pregunta Theo mirándome.

—Sí, no me apetece seguir aquí.


—Eso, vete. Ni si quiera sé qué coño haces aquí, nadie te ha invitado.
–habla Kian de repente, enfadado.




Miro hacia él, y frunzo el ceño.
Él me mira serio, también con el ceño fruncido y con cara de pocos amigos.




—Vete a la mierda –espeto seria y enfadada–.
Yo no he hecho nada para que ahora la pagues conmigo, y si aún estás rabioso por la pelea, es tú problema. Has sido tú quien la ha provocado por tus celos de mierda repentinos, que, ni si quiera entiendo a qué cuento han venido porque tú y yo nunca –digo haciendo énfasis en la palabra 'nunca'– hemos estado juntos, y yo puedo estar y hacer lo que sea con quien me dé la gana –él se mantiene en silencio, con los labios apretados y observándome muy serio–.



Una vez dicho todo eso, me doy la vuelta para marcharme, pero su voz me detiene;




—La cosa no iba contigo, no te creas el ombligo del mundo. No me importas una mierda y mucho menos me importa con quien te lies o folles, sólo me jodió que mi amigo se liara con una con la que estuve de lío. Más quisieras que me molestara o me diera celos algo de ti. Ya ni si quiera me importas, ni me interesas.



—¿Si? Pues eso no ha parecido cuando te has puesto cómo loco al verme liándome con tu amigo. Cuando alguien ya no te importa, no te pones de esa manera y te da exactamente igual lo que haga. Pero lo que has demostrado es que sientes celos, y por mucho que te lo niegues a ti mismo y lo niegues en voz alta, sabes que es verdad.





Kian tira el papel con el que estaba limpiando la sangre de su rostro y me mira con el ceño fruncido, la mandíbula tensa y con una mirada intensa y penetrante que a cualquiera asustaría, pero a mi no. Me he enfrentado a peores monstruos, hasta gente peligrosa, así que él ni si quiera me llega a asustar lo más mínimo.

Da pasos hasta llegar frente a mi, colocándose a un metro de distancia y quedando cara a cara;




—Me importas una puta mierda, Erika. No tengo celos por ti, me das igual. Por mí cómo si te follas a toda la ciudad o el país, me la suda. Ya no me interesas y no quiero saber nada de ti porque me he cansado de ti. Ya te he tenido todas las veces que quería, eres una tía fácil, con sólo chasquear los dedos siempre te tenia abierta de piernas cuando yo quería, pero ya me has aburrido. ¿Por qué te crees que no te he vuelto a llamar? –ríe de forma seca y fingida–. Ve a zorrear por ahí como siempre haces y déjame en paz.





Frunzo el ceño, aprieto los puños a cada lado de mi cuerpo y siento mi interior revolverse de la rabia que me han dado sus palabras hacia mi.
Pero antes de que pueda pensar con claridad o si debería o no hacerlo, mi brazo sube y mi mano se estampa contra su mejilla en un fuerte guantazo.

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